El sorprendente túnel de San Adrián
Hay lugares que por su situación estratégica están cargados de historias y anécdotas. Uno de esos sitios es el túnel de San Adrián, también llamado de Leizarrate. Se encuentra en la sierra de Aizkorri, es un pasadizo natural horadado en la roca caliza, que une a la verde Gipuzkoa con la llanada alavesa y que está sorprendentemente cargado de historias. ¿Sabíais que el emperador Carlos V que nunca se agachaba ante nadie, tuvo que hacerlo ante el alcaide de este antiguo paso?
Más info: www.zegamaturismoa.net
¿Queréis saber por qué? Os lo contamos más adelante. Primero os hablamos de como llegamos hasta este lugar de montaña situado a unos 1.000 metros de altitud. Nos dirigimos a Zegama para después subir al alto de Otzaurte. Dejamos atrás un pequeño bosque y riachuelo, nada nos hace pensar que en este rincón, repleto de naturaleza, nos vamos a encontrar un lugar tan curioso cargado anécdotas.
La ermita y los restos que nos encontramos a la entrada ya nos hace pensar que estamos en un lugar especial.
Esta pequeña cueva fue nada más y nada menos que el paso de la península ibérica a la Europa continental. Este hecho estratégico puso a San Adrián en el mapa durante muchos siglos. Además estamos en el camino de Santiago del Norte que con el túnel de San Adrián, fueron declarados en 2015 como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Las excavaciones arqueológicas nos cuentan que la ocupación de la cueva se remontan hasta hace 14.000 años. Debió de estar habitada a finales de la última glaciación por cazadores-recolectores, seguramente también era atravesada por los pastores y sus rebaños que se dirigían a las verdes praderas de Urbia en la Edad de Bronce. Dicen que la calzada originaria que atraviesa la cueva y que sigue a través de los bosques de hayas fue trazada por los romanos. Este paso une la meseta y el norte de Europa así que seguramente por aquí entró al occidente del continente todo lo relacionado con el mundo latino: el aceite, el vino, el latín, la fe cristiana. ¡Qué de cosas para un lugar tan pequeño!
La calzada que hoy nos encontramos en cambio es de la Edad Media, quizás la época más interesante. Y es que este lugar se convertió en un paso muy concurrido, no solo porque es camino de Santiago, sino porque aunque ahora nos parezca imposible, este camino de piedras fue la principal via de comunicación entre Castilla y Francia. El camino medieval cruza la Sierra de Aizkorri y entra en Araba por Zalduondo. Por aquí transitaron ejércitos, comerciantes, peregrinos e incluso reyes. Imaginaros la de anécdotas que se sucedieron entre estas piedras calizas incrustadas en el corazón de la montaña guipuzcoana. Para recibir a los que en ocasiones eran tan ilustres viajeros, se construyó toda una fortaleza.
Había un castillete, una cuadra para los caballos, una herrería (muy importante en aquella época) y una posada donde descansar. Todo ello protegido por guardias y gobernado por un alcaide, un personaje que fue muy importante en el medievo. Tanto era así que dicen que la única vez que el emperador Carlos V agachó la cabeza fue ante él. La realidad es que sí debió de agacharse pero no por agradar al personaje en cuestión sino porque la boca trasera de la cueva era y es muy estrecha.
La calzada se debía encontrar repleta de ladrones. Imaginamos que en plena Edad Media en pocos lugares de Europa se podía encontrar un número tan alto de comerciantes y viajeros. Todo un caramelo para los asaltantes. Un lugar difícil de transitar en el medievo. A ello se le sumaban las inclemencias del tiempo y que se trata de un camino de montaña. Algunos de los viajeros que atravesaron este lugar dejaron para la posteridad historias de lo más rocanbolescas.
Un tal Jean Muret así lo dejó escrito en 1666 «Nunca he visto nada tan espantoso, …, durante la subida hemos dejado las nubes debajo de nosotros». Guillaume Manier aseguró en 1736 que «esta montaña de San Adrián es una de las más altas del mundo. Una vez llegados a San Adrián, veis una piedra tan gruesa y tan grande, toda una pieza, como el más grande de los palacios que puede imaginarse, en cuyo centro hay un agujero horadado que se llama Agujero de San Adrián, dentro del cual hay una capilla y una taberna».
Otros en cambio fueron más realistas con sus descripciones, el renano Von Harff (s.XV) la describe así: “se sube a la montaña del puerto y hay una ermita o pasaje en el alto sobre la montaña, a través de una roca horadada, donde habitan los hombres que la guardan”.
Si no os han entrado ganas de venir después de leer estas historias seguro que lo hará el paisaje. Siguiendo la calzada podéis llegar a las verdes campas de Urbia o bajar a la llanada alavesa. Lo cierto es que este lugar está lleno de contrastes sobre todo si os decidís a cambiar de provincia. De los verdes pastos y bosque de hayas puedes pasar a los campos de secano en pocas horas. Lo que queda claro es que nuestra geografía sorprende a cada paso, ¡qué de historias albergan nuestras piedras y caminos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario