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Cuantas personas están cotizando de la seguridad social de España
Desde entonces, la Seguridad Social ha recuperado más de 2 millones de afiliados ocupados, al sumar 417.574 cotizantes más en 2014; 533.186 más en 2015, 540.655 más en 2016 y casi 600.000 en 2017.
Como se creo la Noble Villa de Bilbao
Breve historia de la Villa
Crecimiento de Bilbao 1870 - 1986
La Villa de Bilbao fue fundada en 1300
La Villa de Bilbao fue fundada en 1300
por Diego López de Haro V “El Intruso”, Señor de Bizkaia. En realidad
ya existía desde el siglo anterior como núcleo poblado a ambos lados del
Nervión-Ibaizabal, en el punto donde el río dejaba de ser ría, en el
último vado antes de su desembocadura en el mar Cantábrico, lo que
permitía un control del paso de mercancías. La fundación fue sin embargo
la plasmación jurídica como villa de una parte de la anteiglesia de
Begoña, el llamado puerto de Bilbao.
El origen de Bilbao
El origen de Bilbao parece obedecer a su situación en un vado del río,
en un enclave estratégico en el Camino de Santiago costero y punto de
control de mercancías que circulaban desde Durango o Balmaseda hacia y
desde la Ría. Su vocación mercantil no sorprende si tenemos en cuenta,
en primer lugar, el amplio espacio de terreno que, en 1300, se le
concedió a la nueva Villa, prácticamente el territorio que ocupa en la
actualidad, pero sobre todo la concesión de privilegios que al año
siguiente le concedió a la nueva Villa el rey Fernando IV. En 1310 la
sobrina de Don Diego le concede nueva carta de poblamiento que refuerza
más los privilegios comerciales de Bilbao, haciéndola paso obligado a
las mercancías que pasaran desde Castilla hacia el mar, marginando a
Bermeo y, además, le concede la exclusiva del comercio en todo el camino
entre Areta y Bilbao. En 1372, ya estando el Señorío de Bizkaia en la
órbita de la dinastía castellana de los Trastámara, y de la mano de
Juan, futuro Juan I de Castilla, amplió sus privilegios, no sólo dejando
francas las salidas y entradas de mercancías desde y hacia Bilbao, sino
también concentrando el embarque de hierro.
Un Bilbao mercantil
Sobre estas bases fue creciendo un
Bilbao mercantil, conectado directamente con los puertos de Flandes y
Gran Bretaña y, en menor grado, de Francia, Portugal e Italia, con
Castilla y Aragón con sus puertos de Sevilla y Barcelona a la cabeza.
Además de estos privilegios, también fue importante su labor para
concentrar el embarque de lanas desde Burgos por Bilbao y no por
Santander. Estos privilegios no se ejercieron sin enfrentamientos con
villas como Portugalete o las anteiglesias cercanas (Deusto, Abando…).
El resultado fue variado en el tiempo; de hecho en 1500 se redujo su
jurisdicción, por una sentencia del corregidor a un pleito entre Villa y
el Señorío, prácticamente al entorno de sus murallas, poco más de sus
ya siete calles. En 1511 la reina Juana de Castilla establece el
“Consulado, Casa de Contratación, Juzgado de los hombres de negocios de
mar y de tierra y Universidad de Bilbao”. Este Consulado de Bilbao va a
ser una corporación no sólo influyente sino ocupada del mantenimiento y
mejora de la navegación hacia y desde el puerto de Bilbao.
El crecimiento urbano de Bilbao se concentró en un espacio pequeño,
reducido a las tres primeras calles de la Villa: Somera, Artekale y
Tendería (más la parte de Bilbao la Vieja). A lo largo de los siglos XV,
XVI y XVII, la Villa de Bilbao mantendrá un importante papel en el
comercio de intermediación e irá llenando el estrecho espacio de su
jurisdicción, obligando a prolongar, en el siglo XVIII, la ciudad hacia
nuevas calles desde la Iglesia de Santiago y actual catedral (Correo y
Bidebarrieta) con prolongaciones hacia los arrabales de Ibeni (Atxuri) y
de Ascao (lugares con actividades artesanales ligadas a la actividad
comercial).
La entrada de Bilbao en el siglo XIX no
fue fácil. Las décadas finales del siglo XVIII tampoco lo fueron. Las
sucesivas guerras y conflictos deprimieron gravemente el comercio
tradicional bilbaíno y la invasión napoleónica y la Guerra de
Independencia no hicieron que las cosas mejoraran.
Pero su situación cambió tras la primera
Guerra Carlista (1833-1839). Bilbao fue uno de los centros de
resistencia liberal contra el carlismo, siendo sitiada también en la
segunda Guerra Carlista (1873-1876). De estas guerras salió fortalecida
como verdadero centro neurálgico de la actividad económica del Señorío.
Con la llegada del liberalismo se
estableció el sistema municipal común y Bilbao, ya desde 1870, comenzó a
aspirar a ampliar su jurisdicción sobre territorios vecinos. En este
año se incorporó parte de la vecina anteiglesia de Abando, en cuyos
terrenos en 1876 se aprobó un ambicioso plan de Ensanche, plan que
configuró una nueva ciudad.
Tras la última Guerra Carlista en 1876
En efecto, tras la última Guerra
Carlista, en 1876, los primeros pasos de la industrialización,
percibidos desde la década de los cuarenta, se produjeron de forma
rápida. La riqueza de los yacimientos de mineral de hierro cercanos a
Bilbao impulsó en un primer momento un sector de explotación minera,
pero desde 1882 se comenzaron a instalar modernas siderurgias (Altos
Hornos de Bilbao y La Vizcaya, fusionadas, junto con La Iberia en 1902
en Altos Hornos de Vizcaya) que, en la década siguiente, se convirtieron
a fábricas de productos metalúrgicos. En el comienzo del siglo XX se
desarrollaron nuevos sectores como el químico o el eléctrico y un fuerte
crecimiento de un sector, como el financiero, que en Bilbao contaba con
un veterano banco, el de Bilbao (1857), pero que ahora se ampliará
(Banco de Vizcaya, Crédito de la Unión Minera,…) y diversificará.
Este fuerte crecimiento económico tuvo un evidente efecto en la
fisonomía de la ciudad y sus alrededores. En un corto periodo de tiempo,
la Ría de Bilbao se pobló de nuevas fábricas, nuevas infraestructuras
portuarias y de comunicación (ferrocarriles) y también de nuevas
viviendas. De hecho, la jurisdicción de Bilbao se amplió en 1890 a todo
Abando, absorbiendo la previa Anteiglesia y en 1925 a las de Deusto y
Begoña.
Tras la Guerra Civil, en cuyo desarrollo
Bilbao sufrió bombardeos y la voladura de sus puentes, vivió tiempos
difíciles, con hambre entre su población, pero desde 1950 la situación
mejoró ostensiblemente. La base industrial, en el régimen autárquico, de
Bilbao y Bizkaia fue favorecida por un fuerte desarrollo industrial y
demográfico. De hecho, fue una de las provincias del Estado que mayor
crecimiento tuvo, sobre todo basado en un fuerte proceso de inmigración
que, a falta de vivienda, se extendió por el conocido “cinturón de
hojalata” de los barrios de txabolas (Monte Banderas, Monte Cabras,…).
Fue entre 1950 y 1975 cuando Bilbao experimentó un mayor crecimiento
demográfico y urbanístico. Desde 1960 el crecimiento urbano fue
plenamente anárquico, ante la imposibilidad del Ayuntamiento de poner
freno a la especulación y a la creciente e inmensa demanda de vivienda.
Algunos de los barrios del momento, como Otxarkoaga, fueron precisamente
una reacción precipitada a este creciente problema.
Desde 1974 se vieron los crecientes efectos de la crisis económica que
afectó a los sectores más tradicionales de la actividad industrial de
Bizkaia y que habían sido sus verdaderos símbolos durante casi un siglo:
astilleros, siderometalurgia y bienes de equipo sufrieron una verdadera
caída libre y con ellos se multiplicó el paro, con un efecto directo en
el retorno de emigrantes que venían a Bizkaia una década antes porque
había trabajo para todos y ahora lo había para pocos.
Con la muerte de Franco y la llegada de
la democracia, una de las prioridades fue la reestructuración, la
reconversión industrial que paulatinamente fue dando tímidos resultados,
pero que no variaron hasta la entrada de España en la Unión Europea,
con la mejoría de la situación económica mundial. Otro factor que
contribuyó a la renovación de la ciudad fueron las intensas lluvias
torrenciales que la asolaron en agosto de 1983, siendo realmente la
puntilla para muchas actividades que estaban en claro declive.
En la década de los noventa
En la década de los noventa, un Bilbao
con menor población, en parte debido a la crisis pero también a un
proceso de desanexión, en 1983, de municipios cercanos, incorporados a
Bilbao durante el franquismo (Erandio en 1940, Loiu, Derio, Zamudio y
Sondika en 1966), se tuvo que reinventar a sí misma en un sentido nuevo.
La tradicional ocupación comercial e industrial dio paso a la actividad
en nuevos focos. Por una parte, la atracción de nuevas actividades,
como el Museo Guggenheim o el Palacio Euskalduna y, por otro, la mejora
de la propia ciudad como entorno de vida: el Metro, eliminación de
trincheras ferroviarias, eliminación de ruinas industriales en la ría y
construcción de nuevos edificios y entornos.
La visión de las ruinas industriales se ha visto reemplazada por nuevos
barrios (Miribilla, Mina del Morro,…) que muestran el profundo cambio de
Bilbao, de ciudad gris e industrial a ciudad de servicios –aunque esta
labor nunca la perdió en su dilatada historia– con una red de transporte
público tupida y en desarrollo (metro, tranvía…).
Esta visible mejora de la villa ha hecho
posible que en la actualidad sea uno de los modelos de renovación
urbana más utilizados en el contexto mundia
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