miércoles, 14 de noviembre de 2018

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Cuantos pensionista hay en España





El conjunto del Sistema público supera los 9,5 millones de pensiones contributivas (9.592.024), un 1,07% más respecto al año pasado. Más de la mitad, 5.902.382 concretamente, son por Jubilación; 2.357.890 corresponden a Viudedad; 950.490 a incapacidad permanente; 339.860 a orfandad y 41.402 a favor de familiares




Cuantas personas están cotizando de la seguridad social de España




Desde entonces, la Seguridad Social ha recuperado más de 2 millones de afiliados ocupados, al sumar 417.574 cotizantes más en 2014; 533.186 más en 2015, 540.655 más en 2016 y casi 600.000 en 2017.
 


Como se creo la Noble Villa de Bilbao


Breve historia de la Villa

Crecimiento de Bilbao 1870 - 1986

La Villa de Bilbao fue fundada en 1300

La Villa de Bilbao fue fundada en 1300 por Diego López de Haro V  “El Intruso”, Señor de Bizkaia. En realidad ya existía desde el siglo anterior como núcleo poblado a ambos lados del Nervión-Ibaizabal, en el punto donde el río dejaba de ser ría, en el último vado antes de su desembocadura en el mar Cantábrico, lo que permitía un control del paso de mercancías. La fundación fue sin embargo la plasmación jurídica como villa de una parte de la anteiglesia de Begoña, el llamado puerto de Bilbao.

El origen de Bilbao

Don Diego López de Haro El origen de Bilbao parece obedecer a su situación en un vado del río, en un enclave estratégico en el Camino de Santiago costero y punto de control de mercancías que circulaban desde Durango o Balmaseda hacia y desde la Ría. Su vocación mercantil no sorprende si tenemos en cuenta, en primer lugar, el amplio espacio de terreno que, en 1300, se le concedió a la nueva Villa, prácticamente el territorio que ocupa en la actualidad, pero sobre todo la concesión de privilegios que al año siguiente le concedió a la nueva Villa el rey Fernando IV. En 1310 la sobrina de Don Diego le concede nueva carta de poblamiento que refuerza más los privilegios comerciales de Bilbao, haciéndola paso obligado a las mercancías que pasaran desde Castilla hacia el mar, marginando a Bermeo y, además, le concede la exclusiva del comercio en todo el camino entre Areta y Bilbao. En 1372, ya estando el Señorío de Bizkaia en la órbita de la dinastía castellana de los Trastámara, y de la mano de Juan, futuro Juan I de Castilla, amplió sus privilegios, no sólo dejando francas las salidas y entradas de mercancías desde y hacia Bilbao, sino también concentrando el embarque de hierro.

Un Bilbao mercantil

Sobre estas bases fue creciendo un Bilbao mercantil, conectado directamente con los puertos de Flandes y Gran Bretaña y, en menor grado, de Francia, Portugal e Italia, con Castilla y Aragón con sus puertos de Sevilla y Barcelona a la cabeza. Además de estos privilegios, también fue importante su labor para concentrar el embarque de lanas desde Burgos por Bilbao y no por Santander. Estos privilegios no se ejercieron sin enfrentamientos con villas como Portugalete o las anteiglesias cercanas (Deusto, Abando…). El resultado fue variado en el tiempo; de hecho en 1500 se redujo su jurisdicción, por una sentencia del corregidor a un pleito entre Villa y el Señorío, prácticamente al entorno de sus murallas, poco más de sus ya siete calles. En 1511 la reina Juana de Castilla establece el “Consulado, Casa de Contratación, Juzgado de los hombres de negocios de mar y de tierra y Universidad de Bilbao”. Este Consulado de Bilbao va a ser una corporación no sólo influyente sino ocupada del mantenimiento y mejora de la navegación hacia y desde el puerto de Bilbao.
Bilbao Mercantil El crecimiento urbano de Bilbao se concentró en un espacio pequeño, reducido a las tres primeras calles de la Villa: Somera, Artekale y Tendería (más la parte de Bilbao la Vieja). A lo largo de los siglos XV, XVI y XVII, la Villa de Bilbao mantendrá un importante papel en el comercio de intermediación e irá llenando el estrecho espacio de su jurisdicción, obligando a prolongar, en el siglo XVIII, la ciudad hacia nuevas calles desde la Iglesia de Santiago y actual catedral (Correo y Bidebarrieta) con prolongaciones hacia los arrabales de Ibeni (Atxuri) y de Ascao (lugares con actividades artesanales ligadas a la actividad comercial).
La entrada de Bilbao en el siglo XIX no fue fácil. Las décadas finales del siglo XVIII tampoco lo fueron. Las sucesivas guerras y conflictos deprimieron gravemente el comercio tradicional bilbaíno y la invasión napoleónica y la Guerra de Independencia no hicieron que las cosas mejoraran.
Pero su situación cambió tras la primera Guerra Carlista (1833-1839). Bilbao fue uno de los centros de resistencia liberal contra el carlismo, siendo sitiada también en la segunda Guerra Carlista (1873-1876). De estas guerras salió fortalecida como verdadero centro neurálgico de la actividad económica del Señorío.
Con la llegada del liberalismo se estableció el sistema municipal común y Bilbao, ya desde 1870, comenzó a aspirar a ampliar su jurisdicción sobre territorios vecinos. En este año se incorporó parte de la vecina anteiglesia de Abando, en cuyos terrenos en 1876 se aprobó un ambicioso plan de Ensanche, plan que configuró una nueva ciudad.

Tras la última Guerra Carlista en 1876

En efecto, tras la última Guerra Carlista, en 1876, los primeros pasos de la industrialización, percibidos desde la década de los cuarenta, se produjeron de forma rápida. La riqueza de los yacimientos de mineral de hierro cercanos a Bilbao impulsó en un primer momento un sector de explotación minera, pero desde 1882 se comenzaron a instalar modernas siderurgias (Altos Hornos de Bilbao y La Vizcaya, fusionadas, junto con La Iberia en 1902 en Altos Hornos de Vizcaya) que, en la década siguiente, se convirtieron a fábricas de productos metalúrgicos. En el comienzo del siglo XX se desarrollaron nuevos sectores como el químico o el eléctrico y un fuerte crecimiento de un sector, como el financiero, que en Bilbao contaba con un veterano banco, el de Bilbao (1857), pero que ahora se ampliará (Banco de Vizcaya, Crédito de la Unión Minera,…) y diversificará.
Tras la última Guerra Carlista en 1876 Este fuerte crecimiento económico tuvo un evidente efecto en la fisonomía de la ciudad y sus alrededores. En un corto periodo de tiempo, la Ría de Bilbao se pobló de nuevas fábricas, nuevas infraestructuras portuarias y de comunicación (ferrocarriles) y también de nuevas viviendas. De hecho, la jurisdicción de Bilbao se amplió en 1890 a todo Abando, absorbiendo la previa Anteiglesia y en 1925 a las de Deusto y Begoña.
Tras la Guerra Civil, en cuyo desarrollo Bilbao sufrió bombardeos y la voladura de sus puentes, vivió tiempos difíciles, con hambre entre su población, pero desde 1950 la situación mejoró ostensiblemente. La base industrial, en el régimen autárquico, de Bilbao y Bizkaia fue favorecida por un fuerte desarrollo industrial y demográfico. De hecho, fue una de las provincias del Estado que mayor crecimiento tuvo, sobre todo basado en un fuerte proceso de inmigración que, a falta de vivienda, se extendió por el conocido “cinturón de hojalata” de los barrios de txabolas (Monte Banderas, Monte Cabras,…). Fue entre 1950 y 1975 cuando Bilbao experimentó un mayor crecimiento demográfico y urbanístico. Desde 1960 el crecimiento urbano fue plenamente anárquico, ante la imposibilidad del Ayuntamiento de poner freno a la especulación y a la creciente e inmensa demanda de vivienda. Algunos de los barrios del momento, como Otxarkoaga, fueron precisamente una reacción precipitada a este creciente problema.
Tras la última Guerra Carlista en 1876 Desde 1974 se vieron los crecientes efectos de la crisis económica que afectó a los sectores más tradicionales de la actividad industrial de Bizkaia y que habían sido sus verdaderos símbolos durante casi un siglo: astilleros, siderometalurgia y bienes de equipo sufrieron una verdadera caída libre y con ellos se multiplicó el paro, con un efecto directo en el retorno de emigrantes que venían a Bizkaia una década antes porque había trabajo para todos y ahora lo había para pocos.
Con la muerte de Franco y la llegada de la democracia, una de las prioridades fue la reestructuración, la reconversión industrial que paulatinamente fue dando tímidos resultados, pero que no variaron hasta la entrada de España en la Unión Europea, con la mejoría de la situación económica mundial. Otro factor que contribuyó a la renovación de la ciudad fueron las intensas lluvias torrenciales que la asolaron en agosto de 1983, siendo realmente la puntilla para muchas actividades que estaban en claro declive.

En la década de los noventa

En la década de los noventa, un Bilbao con menor población, en parte debido a la crisis pero también a un proceso de desanexión, en 1983, de municipios cercanos, incorporados a Bilbao durante el franquismo (Erandio en 1940, Loiu, Derio, Zamudio y Sondika en 1966), se tuvo que reinventar a sí misma en un sentido nuevo. La tradicional ocupación comercial e industrial dio paso a la actividad en nuevos focos. Por una parte, la atracción de nuevas actividades, como el Museo Guggenheim o el Palacio Euskalduna y, por otro, la mejora de la propia ciudad como entorno de vida: el Metro, eliminación de trincheras ferroviarias, eliminación de ruinas industriales en la ría y construcción de nuevos edificios y entornos.
En la década de los noventa La visión de las ruinas industriales se ha visto reemplazada por nuevos barrios (Miribilla, Mina del Morro,…) que muestran el profundo cambio de Bilbao, de ciudad gris e industrial a ciudad de servicios –aunque esta labor nunca la perdió en su dilatada historia– con una red de transporte público tupida y en desarrollo (metro, tranvía…).
Esta visible mejora de la villa ha hecho posible que en la actualidad sea uno de los modelos de renovación urbana más utilizados en el contexto mundia 

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