lunes, 10 de junio de 2019

JAIME CALVO REYES

CARLOS 1


CARLOS I DE ESPAÑA

CARLOS V DE ALEMANIA

Datos biográficos

Dinastía: Habsburgo
Rey de España: 1516-1556
Emperador Sacro Imperio: 1520-1558
Archiduque de Austria: 1519-1521
Nacimiento: 24-II-1500
Fallecimiento: 21-IX-1558
Predecesor: Felipe I
Predecesor Imperio: Maximiliano I
Sucesor: Felipe II
Sucesor Imperio: Fernando I
Hijo de Felipe I y de Juana I; nieto, por tanto, del emperador Maximiliano (por línea paterna) y de los Reyes Católicos (por línea materna), se educó en Gante, donde había nacido el 24 de febrero. En Flandes vivió durante su infancia, orientado en su educación por Chievres y Adriano [VI] de Utrech. Conoció el esplendor intelectual de la tierra flamenca, y admiró en su juventud a Erasmo, a quien invitó a venir a España, lo que hizo el humanista. Aunque don Carlos no se casara hasta 1526, cumplidos los veintiséis años, con Isabel de Portugal, no fue ese el primer proyecto matrimonial.

Territorios controlados en Europa por Carlos I de España en 1519. Debido a la concentración de títulos en su poder, Francia pasa a estar en una posición geopolítica complicada.
     Castilla     Aragón     Posesiones borgoñonas     Herencias de territorios austríacos     Sacro Imperio Romano



Felipe II


(Valladolid, 1527 - El Escorial, 1598) Rey de España (1556-1598). A excepción del Sacro Imperio Germánico, cuya corona cedió a Fernando I de Habsburgo, el rey y emperador Carlos V legó todas las posesiones europeas y americanas que constituían el Imperio español a su hijo Felipe II, que pasó a ser entonces (como ya lo había sido su progenitor) el monarca más poderoso de la época.
Hombre austero, profundamente religioso y perfectamente preparado para las labores de gobierno, a las que consagró todas sus energías, «el Rey Prudente» asumió como deber insoslayable la defensa de la fe católica, y combatió tanto la propagación de la Reforma protestante en Europa como los avances del Imperio Otomano en el Mediterráneo. De este modo, aun sin aquella aspiración a formar un Imperio cristiano universal que guió los pasos de su padre, Felipe II hizo de nuevo frente a los turcos, a los que derrotó en la batalla de Lepanto (1571), y extendió hasta dimensiones nunca vistas los dominios del Imperio español con la incorporación de Portugal y de sus colonias africanas y asiáticas.
Pero los designios de consolidar la hegemonía en Europa toparon, como ya había ocurrido en el reinado de Carlos V, con la expansión del protestantismo y la oposición de las potencias rivales: las campañas militares para frenar las revueltas protestantes de los Países Bajos desangraron la hacienda española, y el intento de someter a Inglaterra se saldó con la derrota de la «Armada Invencible» (1588), fracaso en el que suele situarse el inicio de la posterior decadencia española.



El Imperio español bajo Felipe II
Compuesta por ciento treinta buques, ocho mil marineros, dos mil remeros y casi veinte mil soldados, la Armada zarpó del puerto de Lisboa en mayo de 1588 con destino a Flandes, donde las tropas habían de engrosarse aún más. En su primer encuentro con el enemigo en el mes siguiente se demostró fehacientemente la superioridad técnica de los ingleses, cuya artillería aventajaba de manera notoria a la española. Tras algunas desastrosas batallas en el mar del Norte, la Armada regresó, pero en el camino de vuelta halló fuertes galernas que provocaron numerosos naufragios y terminaron de malbaratar la expedición. Es fama que, enterado de este descalabro, compungido y contrariado, Felipe II exclamó: «No envié mis naves a luchar contra los elementos».
Con la derrota de la Invencible se iniciaba la decadencia del poderío español en Europa. Tal declive coincidió con la vejez y enfermedad de Felipe II, cada vez más retirado en el palacio-monasterio de El Escorial, construido bajo su impulso entre 1563 y 1584. Al morir le sucedió Felipe III, hijo de su cuarto matrimonio (con Ana de Austria). El primer heredero varón que tuvo (el incapaz príncipe Carlos, hijo de su primer matrimonio con María Manuela de Portugal) había muerto muy joven encerrado en el Alcázar de Madrid y, según la «leyenda negra» que alentaban los enemigos de Felipe II, por instigación de su padre.

Luis XIV


El Retrato del rey Luis XIV o, simplemente, Luis XIV (en francésLouis XIV), es la pintura más conocida del pintor francés Hyacinthe Rigaud, y la imagen más representativa del Gran Siglo francés. Está realizado en óleosobre lienzo. Fue pintado en 1701. Mide 279 cm de alto y 190 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París.
El rey Luis XIV era uno de los más importantes monarcas de la época; era hijo del rey Luis XIII y de la infanta española Ana de Austria, y se casó igualmente con una infanta española, María Teresa de Austria. Su nieto, Felipe, pasó a ser rey de España con el título de Felipe V de España. Luis XIV encargó este cuadro, en principio, como regalo para este nieto suyo, Felipe V. Sin embargo, gustó tanto en la corte que nunca lo enviaron a España.
La pintura fue mostrada en el salón de 1704, despertando la admiración del público de la época. Pasó a formar parte de la colección de Luis XIV. Permaneció en las colecciones reales hasta después de la Revolución cuando, en 1793 fue entregado al Museo Central de Artes de la República, más tarde conocido como el Museo del Louvre
Luis XIV
(Louis XIV, 1638-1715)
Louis XIV of France.jpg
AutorHyacinthe Rigaud, 1701
TécnicaÓleo sobre lienzo
EstiloBarroco
Tamaño279 cm × 190 cm
LocalizaciónMuseo del Louvre, ParísFlag of France.svg Francia
Luis XIV nació el 5 de septiembre de 1638 en Saint Germain en Laye, cerca de París. Sus padres fueron el rey Luis XIII y su esposa Ana de AustriaLuis XIII falleció en 1643, por lo que la reina hizo de regente del joven delfín, encargando su educación al cardenal Mazarino. Éste le enseñó la importancia y el sentido que tenía la realeza, además de aconsejarle que se sirviese de los hombres para que éstos no se sirvieran de él.
Entre los años 1648 y 1653 tuvieron lugar las luchas civiles de la Fronda producidas por la mala administración de Mazarino y la creación de nuevos impuestos. Las protestas fueron en cabezadas por los parlamentarios de París. Mazarino ordenó que uno de los líderes, Broussel, fuera detenido, lo que provocó que la ciudad se sublevara y la familia real tuviese que huir.
El primer ministro hizo llamar a las tropas del príncipe de Condé. Gracias a ello, los parlamentarios cesaron en sus propósitos, pero Condé aprovechó el éxito para pedir una gran cantidad de honores. Mazarino entonces decidió detenerle en enero de 1650, lo que enfureció a la nobleza. Sin embargo, la falta de acuerdo entre los sublevados supuso su fin. La masa enfurecida llegó a entrar en el palacio hasta llegar al cuarto del joven príncipe, que fingía estar dormido. Al observarle, los ánimos se calmaron y decidieron abandonar el lugar y rezar por él.
Todo ello hizo una profunda mella en el príncipe. Le convenció de que debía alejar el gobierno tanto de la plebe como de la nobleza. En cuanto a los prohombres, lo que incluía a parlamentarios, abogados y jueces, decidió que lo mejor era que estuvieran bajo el poder absoluto de la corona.

En 1651 fue declarado mayor de edad y en 1654 fue nombrado rey de Francia. Gracias a sus encuentros con Mazarino, comprendió que debería entregar su vida a la política y gobierno del pueblo. Por ello, no dudó en contraer matrimonio con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, rey de España, unión que podía beneficiar en gran medida a Francia.

El 9 de marzo de 1661 murió Mazarino, por lo que Luis XIV pudo por fin ser rey absoluto, eliminando incluso el puesto de primer ministro. Así fundó la monarquía absoluta en Francia. Ni siquiera la reina madre era invitada a las reuniones de los consejos de Estado; únicamente asistían Jean-Baptiste Colbert, François-Michel Le Tellier y Hugues de Lionne.



Fernando VII

Rey de España (El Escorial, 1784 - Madrid, 1833). Era hijo de Carlos IV, con quien mantuvo muy malas relaciones: ya como príncipe de Asturias conspiró contra su padre, agrupando a su alrededor a los descontentos con la política del valido Manuel Godoy en un partido fernandista con cierto apoyo cortesano y popular. Descubierta la conspiración, el príncipe fue condenado por el proceso de El Escorial (1807), aunque enseguida pidió y obtuvo el perdón de su padre.

Fernando VII
Ello no le impidió encabezar el motín de Aranjuez, por el que arrebató el trono a Carlos IV y derribó a Godoy del poder (1808). Fernando, que había mantenido contactos con Napoleón a lo largo de sus conspiraciones, se encontró en aquel mismo año con que el emperador invadía España y le hacía apresar y conducir a Bayona (Francia); allí le obligó a devolver la Corona a Carlos IV, sólo para forzar que éste abdicara el trono español en el propio hermano del emperador, José I Bonaparte.
Mientras Fernando permanecía recluido en Valençay (Francia), fue el pueblo español el que asumió por su cuenta la resistencia contra la ocupación francesa y el proceso revolucionario que había de conducir a las Cortes de Cádiz a elaborar la primera Constitución española en 1812; durante la consiguiente Guerra de la Independencia (1808-14), el rey cautivo se convirtió en un símbolo de las aspiraciones nacionales españolas, motivo al que se debe que recibiera el sobrenombre de el Deseado.
Derrotados militarmente los franceses, Fernando VII recuperó el trono por el Tratado de Valençay (1813); tan pronto como llegó a España se apresuró a seguir la invitación de un grupo de reaccionarios (Manifiesto de los Persas) y restablecer la monarquía absoluta del siglo anterior, eliminando la Constitución y la obra reformadora realizada en su ausencia por las Cortes (1814).
El resto del reinado de Fernando VII estuvo marcado por su resistencia a reformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen, acompañada de una represión sangrienta contra los movimientos de inspiración liberal. Durante los «seis mal llamados años» (1814-20) se limitó a restaurar la monarquía absoluta como si nada hubiera ocurrido desde 1808, agravando los problemas financieros derivados de la pervivencia de los privilegios fiscales y la insuficiencia del sistema tributario tradicional; un endeudamiento creciente ahogaba a la Hacienda Real, al tiempo que España perdía todo protagonismo internacional (la participación en el Congreso de Viena de 1815 se saldó sin beneficio alguno para el país).
Incapaz de reaccionar ante el proceso de emancipación de las colonias americanas, Fernando VII permitió prácticamente que consolidaran su independencia de España; cuando, en 1820, reunió en Andalucía un ejército expedicionario destinado a recuperar el control sobre América, éste se pronunció bajo el mando del general Rafael del Riego y puso en marcha un proceso revolucionario que obligó al rey a aceptar la restauración de la Constitución de 1812.

Durante el siguiente Trienio Liberal (1820-23), Fernando intentó salvar el trono fingiendo admitir su nuevo papel de monarca constitucional, pero utilizó todos los recursos que pudo para hacer fracasar el régimen y obstaculizar las reformas de las Cortes y los gobiernos liberales: conspiró para organizar un golpe de Estado de la Guardia Real en Madrid, que fracasó en 1822; posteriormente llamó en su ayuda a las potencias absolutistas de la Santa Alianza, hasta propiciar una nueva invasión francesa de la Península, la campaña de los «Cien mil hijos de San Luis» que, bajo el mando del duque de Angulema, derribó el régimen constitucional y repuso a Fernando VII como rey absoluto (1823).
Dejando a un lado que Fernando VII es considerado como uno de los reyes españoles más inútiles, incapaces e ineptos de toda nuestra Historia, parece que sí que sobresalía en otras cosas, fundamentalmente en su a veces casi enfermiza afición a las prácticas sexuales, afición que por lo que sabemos heredaron también su hija Isabel II y su nieto el rey Alfonso XII.
Y es que Fernando VII al parecer, tenía un miembro viril de un tamaño desproporcionado (no por nada Fernando VII era apodado “El Deseado”) y que le trajo bastantes problemas a la hora de mantener relaciones sexuales con las cuatro esposas que tuvo, y es que solo con la última logró concebir hijos. Al parecer muchas mujeres que se acostaban con él, al ver semejante tamaño, salían corriendo.
Un médico de la época que atendió en alguna ocasión a Fernando VII dejó escrito en uno de sus diarios lo siguiente: “el rey Fernando VII tenía el miembro viril de dimensiones mayores que de ordinario, a lo que atribuyese el no haber tenido sucesión en sus tres primeras mujeres”.
Al parecer la situación llegaba hasta tal punto que llegó a tener problemas en la noche de bodas con su tercera esposa. Una carta de la época nos cuenta la divertida historia de lo que podríamos denominar como una “real cagalera”:

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