QUÉ ES UNA 'MEGACIUDAD'
'Megaciudades', un reto de futuro
En la actualidad, Tokio (Japón) es la mayor 'megaciudad' del mundo con 37,4 millones de habitantes. En 2100 lo será Lagos (Nigeria) con 88 millones. Los números de estos núcleos urbanos asombran y en poco tiempo se van a convertir en un gran reto para la humanidad a nivel demográfico, migratorio, socioeconómico, político y medioambiental.
Decenas de personas cruzando un paso de cebra, una constelación de luces rojas sobre el asfalto y una caótica orquesta de cláxones atronando. En las grandes ciudades cada vez somos más y esta fotografía forma parte del día a día. Por contra, los pueblos se vacían en una diáspora sin fin y el ulular del viento se convierte en la única compañía de sus envejecidos habitantes. La concentración de la población mundial en los núcleos urbanos es una tendencia creciente. En 2015, según datos de la ONU, el 54% de la población —unos 3.960 millones de personas— vivía en las ciudades. En 2030, aumentará hasta el 60%. Este porcentaje significa que los núcleos urbanos acogerán unos 5.000 millones de almas, aproximadamente.
Una de las consecuencias es que el número de megaciudades, aquellas que superan los 10 millones de habitantes, se multiplicará y ese concepto sustituirá poco a poco al de gran ciudad. No sabemos si en el futuro los coches sobrevolarán el cielo, una de las obsesiones de la ciencia ficción, pero lo que sí sabemos es dónde estarán situadas la mayoría de estas megalópolis: en los países emergentes. A medio plazo, en países asiáticos como China e India para, posteriormente, ceder el testigo a países africanos como Nigeria o Tanzania. Los cambios demográficos, migratorios, socioeconómicos, políticos y medioambientales que provocará el auge de estas megaciudades son algo más inciertos.
CIUDADES POCO POBLADAS
El Valle
ORDUÑA
Historia[editar]
La historia de Orduña ha estado marcada por dos fenómenos: la gran barrera orográfica que la ha defendido a lo largo de su existencia y ha hecho de Orduña un punto clave para la defensa del Señorío de Vizcaya, y su situación geográfica: una isla vizcaína entre Álava y Burgos y en el camino de Castilla hacia el mar. La primera referencia escrita, que encontramos en las crónicas de Alfonso III, se remonta al siglo VIII, en el reinado de Alfonso I el Católico. Anteriores a las referencias escritas son los restos prehistóricos descubiertos en la zona y que datan de la época Neolítico-Bronce (2000-400 a. C.). Dichos restos son conocidos hoy día como Dolmen de las Campas de la Choza.
Orduña no fue fundada como villa hasta 1229, cuando don Lope Díaz II de Haro, sexto Señor de Vizcaya, le otorgó carta puebla. Desde su fundación queda en evidencia su importancia como enclave estratégico comercial, sobre todo como paso obligado en las transacciones castellanas con el norte de Europa que tenían como objeto la lana de Castilla. Este hecho hace que en 1467 sea reconocida con el título de ciudad del Señorío de Vizcaya, como consta en cédula real de Enrique IV.
Los siglos XVI y XVII, a pesar de que en 1535 un gran incendio destruyó prácticamente la ciudad, fueron especialmente importantes en el desarrollo económico de Orduña que, consolidada como gran plaza comercial, alcanza proyección regional e internacional.
Así, durante todo el siglo XVIII se busca la mejora del antiguo camino carretil que unía Orduña con Castilla y, finalmente, en 1774 se inaugura la nueva vía de comunicación. Esta se vio culminada con la posterior construcción del edificio de la Aduana, obra realizada entre los reinados de Carlos III y Carlos IV, y que comenzó a funcionar como tal en el año 1792, siendo el centro de las transacciones comerciales que tenían lugar en la ciudad.
El siglo XIX significó el declive para Orduña por las sucesivas guerras que éste acarreó y por el traslado de las aduanas a la costa en 1841, lo cual hizo que perdiera su situación de privilegio con la que hasta aquel entonces había contado la ciudad y que culminó con la abolición de los fueros tras la primera derrota carlista.
A principios del siglo XX se produce una importante oferta turística con el auge del balneario de La Muera de Arbieto y las edificaciones del Paseo de la Antigua. Más tarde, con motivo de la guerra civil española de 1936-1939, las tropas franquistas establecieron un campo de concentración de prisioneros y posteriormente una prisión central. Alrededor de 50 000 personas fueron encerradas en ellos entre 1937 y 1941, y sometidas a unas condiciones infrahumanas, a consecuencia de las cuales murieron al menos 225.
El desarrollo industrial fue muy escaso en la ciudad, lo que ha permitido, en parte, mantener intactos sus excelentes recursos histórico-patrimoniales y medioambientales.
En la primera década del siglo XXI se intenta dar un nuevo carácter turístico a la ciudad, con la transformación de la antigua Aduana, situada en el centro de la ciudad, en un balneario moderno. Pero en 2014 el balneario cerró por deudas.[9]
POLDERS
Un pólder es un término neerlandés que describe las superficies terrestres ganadas al Mar del Norte. Esta técnica se utilizó por primera vez en el siglo XII, en la región de Flandes. Los neerlandeses se han convertido en auténticos maestros en el arte de conquistar las tierras situadas a orillas del mar, que se hallan a su mismo nivel o inferior, para darles de esta forma un aprovechamiento agrícola.
Tierras ganadas al mar
Las tierras ganadas al mar, ganancia de tierra, mar robado o recuperación de tierra es el proceso de colocar tierra o arena donde antes hubo mar o agua. Se trata de dos prácticas distintas: una de ellas implica la obtención de nuevos suelos a partir de los cauces de los ríos o del mar, utilizables fundamentalmente en la creación de nuevos asentamientos urbanos, o en la agricultura. La otra práctica se refiere a la restauración a un estado más natural de los suelos afectados anteriormente por alguna catástrofe ecológica, que los había hecho inutilizables.
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