El Imperio romano Oriental, conocido como Imperio Bizantino, resistió a las invasiones germanas y se mantuvo durante toda la Edad Media. El poder político estaba centralizado en el Emperador y en su la capital, Constantinopla. Con Justiniano I (siglo VI) el Imperio alcanzó su máximo esplendor. Creó el código de leyes más importante de su época, que lleva su nombre. Su general Belisario conquistó Italia y el norte de África, por lo que Bizancio controló el mediterráneo. Pero con la aparición del Califato árabe (siglo VII), perdió más de la mitad de su territorio, sus provincias africanas y orientales. Después mantuvo una posición defensiva y resistió los ataques de los musulmanes (desde este y el sur) y de los pueblos eslavos (desde el norte).
La sociedad, igual que en los reinos germánicos, se dividida entre una nobleza terrateniente y el resto de la población. Además había funcionarios al servicio del Emperador. Al principio su economía prosperó gracias al comercio, las rutas comerciales bizantinas unían Europa y Asia.
Fuente: INTEF/ Ilustrador: Alejandro Cana (CC) |
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