miércoles, 12 de junio de 2019

barroco europa (mikel carrasco)

Europa de barroco
 
Luis XIV nació el 5 de septiembre de 1638 en Saint Germain en Laye, cerca de París. Sus padres fueron el rey Luis XIII y su esposa Ana de AustriaLuis XIII falleció en 1643, por lo que la reina hizo de regente del joven delfín, encargando su educación al cardenal Mazarino. Éste le enseñó la importancia y el sentido que tenía la realeza, además de aconsejarle que se sirviese de los hombres para que éstos no se sirvieran de él.
 

 










Felipe III de España

(Madrid, 1578-1621) Rey de España y Portugal, hijo de Felipe II, a quien sucedió en 1598. La muerte de Felipe II marcó el fin de un sistema político y el inicio de otro régimen de gobierno. Los reyes españoles del siglo XVII se limitaron a cumplir los deberes burocráticos de la Corona, dejando el poder en manos de personas de su absoluta confianza, los validos. Con Felipe III revivieron las luchas cortesanas entre favoritos, ávidos de poder. De este modo, la introducción del régimen de privados permitió a la alta nobleza castellana usufructuar el poder que desde comienzos del siglo XVI, dado el prestigio de la monarquía, habían visto reducido. Pudo ser necesario para suplir la insuficiencia personal del monarca, y ciertamente Felipe III, místico e indolente, no brilló por su inteligencia ni por su energía; lo lamentable fue la escasa altura de los privados, quienes decididos a conservar el dominio político a toda costa, toleraban la venalidad de los funcionarios en grave detrimento de la Corona, pues para los cargos no se nombraba a los mejores, sino a los que más pagaban 

Felipe IV

(Valladolid, 1605 - Madrid, 1665) Rey de España (1621-1665), hijo y sucesor de Felipe III. Durante el largo y crucial reinado de Felipe IV la monarquía hispánica, en la pendiente de la decadencia económica y política, vivió los últimos esplendores del Siglo de Oro y hubo de aceptar la pérdida de la hegemonía en Europa, después de guerras agotadoras y una grave crisis interna.
Felipe IV, sensible e inteligente por naturaleza, escudaba su timidez, como su abuelo Felipe II, tras la compostura ceremonial. Fue muy buen deportista, gran jinete y apasionado por la caza. Su evolución física y anímica puede seguirse en los numerosos retratos de Diego Velázquez, su pintor de cámara, que lo inmortalizaría en diversas actitudes. Amante de los placeres y de voluntad un tanto débil, pero dotado de una notable cultura y aficionado a la música y al teatro, su profunda religiosidad estuvo siempre en conflicto con su temperamento sensual. Las derrotas y desgracias de la monarquía agudizaron su sentimiento de culpabilidad. Según se constata en su correspondencia con sor María Jesús de Ágreda, estaba convencido de que aquéllas eran, en buena parte, un castigo divino por sus pecados.


Carlos II de España, llamado «el Hechizado» (Madrid, 6 de noviembre de 1661-ibídem, 1 de noviembre de 1700), fue rey de España entre 1665 y 1700.[nota 2][1]
Hijo y heredero de Felipe IV y de Mariana de Austria, permaneció bajo la regencia de su madre hasta que alcanzó la mayoría de edad en 1675. Aunque su sobrenombre le venía de la atribución de su lamentable estado físico a la brujería e influencias diabólicas, es probable que los sucesivos matrimonios consanguíneos[2]​ de la familia real ocasionaron que el heredero padeciera del síndrome de Klinefelter,[3]​ con síntomas como musculatura débil e infertilidad,[4]​ lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia y extinguirse así la rama española de los Habsburgo.
A Carlos II se le ha atribuido el inicio de la decadencia española, pero la historiografíadel siglo XXI ha cuestionado tanto esto como la gravedad de la salud del monarca, quien junto a sus hombres, logró mantener intacto el imperio frente al poderío francés de Luis XIV, consiguió una de las mayores deflaciones de la historia, el aumento del poder adquisitivo en sus reinos, la recuperación de las arcas públicas, el fin del hambre y la paz. Por estos logros, autores como Luis Ribot lo califican de «ni tan hechizado ni tan decadente»[5]​.[6]

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