lunes, 27 de febrero de 2017



Al-Andalus segunda parte por Jesús Perez 

Como era la vida en el Al-Andalus 

LA SOCIEDAD EN  AL ANDALUS

Algunas cuestiones sobre la sociedad andalusí:

  • Fue una sociedad muy compleja y variada formada por los árabes, los bereberes,  los hispanovisigodos cristianos,  los judíos, los conversos y, por último, las minorías de esclavos y marginados.
  • Tras la ocupación musulmana muchos habitantes cristianos (hispanovisigodos) decidieron convertirse al Islam
  • En Al-Andalus había bastante tolerancia religiosa, y los cristianos y los judios, a los que los musulmanes llamaban "hombres de libro" (referido al Viejo y Nuevo Testamento),  podía concervar su lengua, sus costumbres y su forma de vestir.
  • Los puestos más importantes de la sociedad eran ocupados por los árabes.Los árabes fueron la minoría dominante en el al-Ándalus. Fueron los que ocuparon la parte más alta de la sociedad andalusí. Los primeros árabes que llegaron a España, los conquistadores y sus descendientes, se diferenciaron de los demás llamándose baladíes.
  •  Los árabes se asentaron, fundamentalmente, en las ciudadesLa segunda oleada de árabes llegó con los Omeyas, fueron los sirios, y estos se instalaron, sobre todo, en las ciudades del sur.
  •  Los árabes ocuparon los rangos y puestos de privilegio durante todo el periodo, incluso en los reinos de taifas. Acapararon las magistraturas, el monopolio de los negocios y los latifundios. Pero también se adaptaron al país: hablaban árabe y latín romance.
  • Los mozárabes fueron los cristianos que vivieron bajo dominio musulmán, y  los mudéjares serán los árabes que vivan bajo dominio cristiano.
  • Los bereberes eran también musulmanes, pero no eran árabes, por lo que normalmente no tenían tanta relevancia en la vida económica y política, de hecho a la hora de repartir las tierras, en muchos casos las menos fértiles, y por lo tanto las peores ( la Meseta, las zonas de montaña) fueron otorgadas a los bereberes, procendentes del norte de África. Esto hizo que durante la época de Al-Andalus se llevaran a cabo sublevaciones y revueltas por parte de los bereberes que se negaban a ocupar un papel secundario en la sociedad.
  • En Al-Andalus existió la esclavitud y también había prisioneros de guerra.
  • Los musulmanes contrataron en muchos casos soldados eslavos, famosos por su coraje y fuerza, para luchar con ellos en las guerras contra los cristianos, de ahí que se encuentren en las filas árabes mercenarios de origen eslavo. En algunos casos dichos soldados eran prisioneros de guerra. 
  • Los mudéjares (musulmanes en zonas cristianas "reconquistadas") fueron una población minoritaria y discriminada a la que se les exigía impuestos y se repartían sus tierras entre los nuevos colonos cristianos, pero conservaron sus leyes, jueces y costumbres. Para evitar esta discriminación muchos mudéjares se bautizaron, convirtiéndose en moriscos, pero no evitaron la discriminación ya que existía también una gran discriminación entre cristianos nuevos (conversos) y cristianos viejos (cristianos de generaciones). A partir de 1492 se llaman moriscos a todos los musulmanes y descendientes de musulmanes, con Felipe III en el siglo XVI serán expulsados de la península.
  • La tolerancia de Al Andalus se ve en que los  mozárabes conservaron sus riquezas, sus instituciones, su nobleza y su Iglesia. Mantuvieron  vivos sus ritos y sus edificios de culto, aunque no pudieron construir otros nuevos, ni arreglarlos, lo que implicó un progresivo deterioro de las iglesias. 
  • Los mozárabes hablaban entre ellos en su lengua latina y en árabe con los musulmanes, por lo que era una sociedad bilingüe. 
  • Había muchos mozárabes en Al-Andalus y vivían tanto en el campo como en la ciudad, y no vivían en guetos, sino mezclados con los demás habitantes de otras religiones. Con el paso del tiempo muchos se convirtieron al Islam para pagar menos impuestos. Más tarde, ya durante los Reinos de Taifas, la tolerancia disminuyó y la vida de los cristianos y  judios en zona musulmana fue más difícil.
  • Con el avance de la Reconquista y la Repoblación muchos mozárabes dicidieron emigrar a las tierras cristianas del norte con el fin de pertenecer a la religión mayoritaria y obtener así más privilegios y tierras.
  • No había muchos judíos en Al-Andalus, pero sí sabemos que al principio fueron una parte de la sociedad con mucha influencia y poder, tanto político, como cultural y económico. Usaban la lengua árabe más que los mozárabes y estaban más integrados, sin embargo, cuando la tolerancia acabó fueron perseguidos con mayor crueldad y se les obligó a vivir en guetos separados, eran las llamadas juderías. 


LA JERARQUÍA SOCIAL EN AL-ANDALUS
  • La sociedad islámica, como la cristiana, fue básicamente estamental, de tipo feudal. En la cúspide de la sociedad estaba el califa o el emir, un descendiente del Profeta que estaba por encima de los demás mortales, pero que gobernaba los asuntos terrenales. Era, al mismo tiempo, jefe espiritual y temporal. El califa, es el único con poder para interpretar las leyes establecidas en el Corán.
  • El segundo escalón lo constituía la aristocracia funcionarial. En realidad no existía una nobleza como la cristiana, sino que los aristócratas eran la familia real, árabes y los que tenían cargos de importancia concedidos por el califa, el cual los dotaba con rentas y tierras.
  • En el tercer escalón estaban los notables, ricos y poderosos, letrados, comerciantes, artesanos, etc. En su mayoría fueron bereberes.
  •  Por debajo estaba la masa, o pueblo, que era la categoría inferior de los miembros libres de la sociedad islámica. Encuadrados en el pueblo estaban desde los campesinos más pobres, no mejor considerados que los mozárabes pobres, hasta los artesanos con posibles de las ciudades.
  • Por su parte los mozárabes tenían su propia jerarquía social interna, muy parecida a la de los reinos cristianos. Los nobles cristianos estaban socialmente mejor considerados que la masa islámica.  
  • Los judíos también tenían su jerarquía interna, encabezada por los rabinos. Ambas sociedades estaban sometidas al poder califal, e incluso a algún noble árabe.




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Al-Andalus se insertó plenamente en el mundo económico del islam. Ello supuso que la economía de la España musulmana, a diferencia de lo que sucedía en los territorios cristianos del norte, fuera de un gran dinamismo. En dicha economía sobresalía, como rasgo más significativo, el trascendental papel que desempeñaban las ciudades, centros tanto de actividades artesanales como mercantiles. Al fin y al cabo, según lo puso de manifiesto, el historiador francés Máxime Rodinson, «tanto el Corán como la tradición consideran favorablemente la actividad económica, la búsqueda de ganancia, el comercio y por ende la producción para el mercado».

Agricultura

De todos modos era también de vital importancia la agricultura. A ello contribuían las condiciones climáticas de al-Anda-lus, lo que explica, según lo señaló el cronista al-Razi, que se recogieran frutos durante todo el año. De cualquier forma las zonas más fértiles se localizaban en los valles fluviales, en particular en el del Guadalquivir. No hay que olvidar, por otra parte, que la mayor parte de la población de al-Andalus (quizá un 75 por 100) se dedicaba a tareas agrícolas. Ciertamente, los principales cultivos de la España musulmana eran los cereales (en particular, el trigo y la cebada, pero también el centeno, el mijo o la avena), la vid (pese a la prohibición coránica del consumo del vino) y el olivo, es decir, los tradicionales de épocas anteriores. No es menos cierto que, en el terreno de los métodos y de los instrumentos de cultivo, seguía en pie la herencia romana, visible en la yunta de bueyes y la rotación bienal. Pero los árabes introdujeron importantes novedades, impulsando notablemente el regadío, sobre todo a base de la noria. Al mismo tiempo conoció una gran expansión la arboricultura, lo que explica el uso de la expresión «revolución verde» que se ha atribuido a al-Andalus. Pero quizá una de las novedades más significativas fue el desarrollo de cultivos como el arroz, los agrios, la caña de azúcar, la palmera, el algodón, la berenjena o el azafrán. Es preciso señalar, asimismo, el auge alcanzado por las plantas aromáticas y medicinales, así como la proliferación de las huertas y los vergeles. También adquirió gran importancia en al-Andalus la sericultura.

Ganadería

Desde el punto de vista de la ganadería los animales que más abundaban en al-Andalus eran la oveja y la cabra, sin olvidar a los caballos, imprescindibles para la guerra, y a las mulas, utilizadas para el acarreo de productos. En cambio retrocedió el cerdo, debido a motivos religiosos. Actividades relacionadas con la ganadería eran la caza y la pesca.

Minería

También fue una actividad de gran empuje la minería, destacando, como principales productos extraídos, el hierro, el plomo, el cinabrio, el cobre y el estaño. También se interesaron los árabes por el oro, que se obtenía del lavado de diversos cursos fluviales, como el Segre, el Tajo, el Genil o el Darro, y las piedras preciosas. Otros recursos naturales por los que mostraron un vivo interés los habitantes de al-Andalus fueron la madera, procedente ante todo de encinas, castaños y pinos, la sal, el mármol o la piedra de construcción.

La ciudad como centro de vida económica

Pero el centro de la vida económica de al-Andalus eran las ciudades. Muchas de ellas tenían raíces romanas, aunque hubo algunas de nueva creación, entre las que cabe mencionar a Almería, Madrid o Calatayud. Sin duda, la ciudad más próspera de al-An-dalus desde el siglo VIII al X fue Córdoba. La monja alemana Hroswitha la denominó «ornamento del mundo». Por de pronto, Córdoba era la ciudad más poblada de todo el Occidente, tanto musulmán como cristiano. Se calcula que, en el siglo X, tenía una población próxima a los 100.000 habitantes. Córdoba era, ante todo, el centro del poder musulmán de Hispania, pues allí residieron sus emires, primero, y sus califas, después, así como sus principales colaboradores en las tareas de gobierno. Córdoba contaba con un gran número de arrabales, pero el centro vital de la ciudad era, por supuesto, la medina. En ella se hallaban, como elementos básicos de la urbe, el alcázar, la mezquita mayor y el zoco. Pero aparte de las actividades artesanales y mercantiles que se localizaban en Córdoba, también se desarrollaban tertulias literarias y actividades lúdicas, como carreras de caballos y peleas de animales. Destacaban, por otra parte, algunos mercados especializados, como el de esclavos y el de libros. Pero Córdoba era asimismo una ciudad abierta, en la que convivían gentes de tres religiones, pues al lado de las mezquitas musulmanas había iglesias cristianas y sinagogas judías. En los alrededores de la urbe cordobesa había numerosas almunias, es decir, explotaciones agrarias con sus casas de campo.

Artesanía

El primer renglón de la producción artesanal de al-Andalus fue el del textil. En primera fila se encontraba el tiraz cordobés, nombre que se aplicaba a las manufacturas textiles controladas por el poder público. Como productos principales cabe señalar los tejidos de seda, de los cuales los más conocidos eran los brocados cordobeses, o los tejidos de lino, que se fabricaban en Zaragoza. Pero no fueron menos importantes actividades como el trabajo de las pieles y los cueros, la producción de vidrio, la fabricación de papel (localizada básicamente en Játiva), los objetos cerámicos, las armas (se fabricaban sobre todo en Córdoba, Málaga y Toledo) o el trabajo del oro, la plata, el marfil y las piedras preciosas.

El Comercio

El comercio era una actividad bien vista en el mundo islámico. El desarrollo de la actividad mercantil en al-Andalus contaba con la existencia de dos tipos de moneda: una de oro, el dinar, y otra de plata, el dirhem . En las ciudades el comercio se realizaba en el zoco, constituido por un laberinto de callejuelas, cada una de las cuales solía tener tiendas de un determinado producto. Dentro del zoco se hallaban las alcaicerías, zonas protegidas en donde se vendían los objetos de mayor calidad. También había alhóndigas, que servían para el almacenamiento de mercancías, así como para el alojamiento de los mercaderes. La actividad del zoco era inspeccionada por el almotacén, que se encargaba del estricto cumplimiento de la ley. Pero al-Andalus mantuvo, asimismo, un floreciente comercio exterior, ante todo con los restantes países islámicos, aunque también con la Europa cristiana. Al-Andalus importaba de África oro sudanés y esclavos negros, y del Próximo Oriente, especias y productos de lujo. Por lo que se refiere al comercio con el mundo cristiano, al-Andalus exportaba productos agrícolas, determinados minerales y tejidos, recibiendo, a cambio, pieles y metales, e incluso armas.

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El legado científico y cultural

Cabe pensar que, en un principio, los árabes eran minoritarios en al-Andalus, siendo los hispanos y los bereberes mayoría. La lengua hablada, por lo tanto, no era el árabe. Sin embargo, a lo largo del siglo IX se produjo una fuerte arabización, asociada, ineludiblemente, a la importancia que tuvo la lengua en la que fue revelado el libro sagrado de la nueva religión, el Corán.
La lengua árabe fue en al-Andalus sinónimo de refinamiento y erudición, a pesar de que casi toda la población también hablaba en romance. No sólo estudiaban árabe los musulmanes, también los propios mozárabes, cristianos que permanecieron bajo dominio musulmán, acabaron expresándose y escribiendo en este idioma. Lo mismo que los judíos, comunidades ambas muy participativas en la vida pública de al-Andalus. En este sentido, existe un elocuente pasaje de Álvaro de Córdoba quejándose del auge del árabe en el siglo IX: "Muchos de mis correligionarios leen poesías y cuentos árabes, y estudian las obras de los filósofos y teólogos mahometanos, no para rebatirlas sino para aprender a expresarse en el lenguaje árabe más correcta y elegantemente". Algunos de los más relevantes lingüistas de al-Andalus fueron al-Qali, Ibn al-Qutiyah, y al-Zubaydi, todos del siglo X.
La educación y el saber tuvieron desde el principio enorme importancia en el mundo musulman, como así lo demuestran las propias tradiciones que fueron seguidas hasta sus últimas consecuencias. Frases como "Busca el saber desde la cuna hasta la tumba" o "No hay nada más importante a los ojos de Dios que un hombre que aprendió una ciencia y la enseñó a las gentes" son algunas de las máximas más influyentes en la época. Los propios emires y califas, como Abderrahman II, Abderrahman III y al-Hakam II, fueron grandes eruditos que se rodearon de sabios y pusieron la enseñanza al alcance de todo el mundo. Hicieron traducir las principales obras del saber greco-helenístico, crearon bibliotecas públicas y privadas –algunas tan célebres como la de al-Hakam II–, y edificaron mezquitas y madrazas en las que se impartían las ciencias religiosas y la jurisprudencia. Algunos fueron excelentes poetas, como el propio rey al-Mutamid de Sevilla, y su amigo y visir Ibn Ammar.
Se dedicaron numerosas obras al estudio del saber y la enseñanza, y a la clasificación de las ciencias, como aquella que escribió Abd Rabihi en el siglo X: al-Iqd al-Farid, "El collar único". Así se expresaba el autor acerca de los distintos saberes: "(son) los pilares en los que descansa el eje de la religión y del mundo. Diferencian al hombre de los animales, y al ser racional del irracional". También el célebre Ibn Hazm (994-1064) dedicó numerosas páginas a clasificar las ciencias en libros como el Maratib al-ulum, o Kitab al-ajlak. Este autor ha sido uno de los más prolíficos que ha dado el mundo musulman, destacando como poeta, teólogo, jurista, historiador y filósofo. Cuatrocientas, nada menos, fueron las obras que escribió. Su lengua era tan crítica y mordaz contra el poder y la pobreza de espíritu, que se llegó a decir que "su lengua era tan afilada como la espada de al-Hach-chach". Acerca del saber dijo lo siguiente: "El que busca el saber para jactarse de él, o para ser alabado, o para adquirir riqueza y fama, está lejos del éxito, pues su objetivo es alcanzar algo que no es el saber".
Otro de los grandes sabios de al-Andalus que se ocuparon de esta materia fue Said (m.1070) quien escribió, entre otras obras, el "Tabaqat".

La prosa, la poesía y la música

La prosa y la poesía fueron dos disciplinas altamente valoradas por los andalusíes, amantes de la belleza, la estética y la naturaleza. La época de taifas supuso un auténtico caos político, pero también una "descentralización" del saber, que hasta entonces, se congregaba casi exclusivamente en Córdoba. Los reyes compitieron entre sí por lograr el más alto grado de erudición y la corte más sabia, y cultivaron, en especial, la poesía. Uno de los poetas que alcanzaron más alta fama, aparte del mencionado al-Mutamid, fue Ibn Zaydun (1003-1071), lo mismo que su amada, la bella princesa Wallada. También fueron renombrados al-Ramadi (m. 1015) y, siglos más tarde, Ibn Zamrak, el poeta del siglo XIV que plasmó sus versos en los muros de la Alhambra. La forma más cultivada y elegante en poesía era la qasida, de complicado metro, aunque también surgieron nuevas formas populares llamadas muwashaha y zéjel, cuyo máximo exponente fue el vividor Ibn Quzman (siglo XII), cuyo renombre llegó hasta Bagdad.
La música nunca fue un género bien considerado por el mundo musulman; no obstante, en al-Andalus proliferaron grandes músicos, entre los que cabe destacar el célebre Ziryab, procedente de Bagdad en el siglo IX, quien, además de revolucionar las modas en el vestir, la cosmética y la cocina, fue un magnífico tañedor de laúd, al que agregó una quinta cuerda.
La prosa –sobre todo filosófica– también tuvo buenos representantes, algunos de la talla del gran pensador Ibn Tufayl, que destacó con su delicioso "Hayy Ibn Yaqzan", también conocido como el "Libro del Filósofo autodidacta", sin duda precursor del Robinson Crusoe de Defoe. También destacó el poeta Ibn Suhayd (m.1034), con su obra "Al-Tawabi wa-l-zawabi, Espíritus y demonios".

La historia y la geografía

Entre los musulmanes de la Edad Media, la historia cobró un especial interés, escribiéndose numerosas obras repletas de interesantes datos históricos, pero también geográficos, sociológicos, y biográficos.
Hay constancia de que existieron numerosos historiadores, geógrafos y antologistas en al-Andalus, aunque muchas de sus obras se han perdido. Entre ellos, surgió una saga de al-Razi, entre los que destacó Isa (siglo X), que escribió una historia general de al-Andalus, conocida más tarde como la Crónica denominada del moro Rasis. Igualmente valiosa fue la "Historia de la conquista de al-Andalus" de su contemporáneo Ibn al-Qutiya. En el siglo XI, surgieron una serie de notables historiadores como Ibn Hayyan, nacido en Córdoba en el 987, erudito autor de numerosas obras que reflejan la sociedad y acontecimientos de su época. Más adelante destacó Ibn Said al-Magribi, nacido en Granada hacia 1201, y su contemporáneo Ibn Idhari.
El siglo XIV contó con dos grandes estadistas y pensadores: el lojeño Ibn al-Jatib y el tunecino Ibn Jaldun, autor de una obra fundamental de su tiempo: el "Muqaddimah".
Finalmente, entre los antologistas, tuvo gran relevancia el sevillano al-Himyari y los autores del siglo XII Ibn Bassam e Ibn Jaqan. Entre los geógrafos, brillaron al-Udri (siglo XI), su contemporáneo al-Bakri, al-Idrisi, llamado el Estrabón de los árabes (siglo XIV), y el tangerino Ibn Batuta –el mayor viajero de su tiempo–, legándonos importantes testimonios de al-Andalus y de muchos otros lejanos lugares del mundo entonces conocido.

Filosofía y sufismo

En los primeros tiempos del Islam en Oriente, pronto se cultivó la ciencia de la filosofía y la lógica, en un clima de gran tolerancia religiosa e intelectual. En al-Andalus se introdujeron las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en especial Aristóteles, y fue surgiendo un pronunciado interés por esta materia que, sin embargo, no era bien vista por las rígidas autoridades religiosas. A menudo se prohibió su estudio y se quemaron las obras de Ibn Hazm, el oriental al-Gazali y Averroes. Los filósofos, sin embargo, sostenían que el intelecto y la razón no estaban en absoluto reñidos con la revelación, y constituían el instrumento más adecuado para alcanzar la verdad. "La filosofía es amiga y hermana de leche de la religión. No contradice a la revelación, sino que la confirma." afirmaba Averroes.
El propulsor del estudio de la filosofía fue Ibn Masarra, autor del siglo X quien profesaba una suerte de panteísmo. Después surgió Ibn Hazm y su contemporáneo malagueño, el hebreo Ibn Gabirol, que profesó una filosofía neoplatónica en su "Yambu al-hayat". El siglo XII vio florecer a Ibn Bayyah (Avempace), y su discípulo Ibn Tufayl, cuya obra, la ya mencionada "Hayy Ibn Yaqzan", tuvo una honda repercusión entre los cristianos.
Pero, sin duda, el que más influyó, tanto en el mundo musulman como en toda Europa, fue Averroes (Ibn Rushd, 1126-1198), de quien se han conservado varias importantes obras. Contemporáneo suyo fue el eminente filósofo judío Maimónides (1135-1204).
Pero, contra esta corriente racionalista, existieron en al-Andalus varios místicos sufíes de la talla de Ibn al-Arif (1088-1141) o Ibn Arabi de Murcia (1165-1240), quienes sostenían aquella tradición profética que reza: "conócete a ti mismo, y conocerás a tu Señor", pero no desde un punto de vista racional e intelectual sino puramente intuitivo y místico.

Las ciencias naturales

No se puede dejar de mencionar a los grandes sabios de las ciencias naturales, que revolucionaron muchos aspectos de la vida con su saber. Estudiaron las matemáticas, la astronomía, la medicina, la botánica y la agronomía, pero también otras ciencias más reprobadas por la ortodoxia como la astrología, la alquimia y la magia. Se estudiaron con minucia los movimientos de las estrellas y los planetas por medio de sofisticados astrolabios, se avanzó en el estudio del álgebra y la aritmética, cuyo precursor fue el oriental al-Jwarizmi (de ahí logaritmo), y se perfeccionaron, en medicina, las teorías de Hipócrates y Galeno.
En al-Andalus destacaron Ibn Taimiya (m. 928) en astronomía y medicina; Abu Bakr al-Ansari, que enseñó aritmética y geometría en la corte de al-Hakam II, y el famoso Maslama al-Mayriti (m. 1008), llamado el Euclides de España y experto en numerosas disciplinas.
La medicina tuvo su máximo exponente en Averroes y los hermanos Harrani, que ejercieron bajo el manto protector de al-Hakam II. Y no habremos de olvidar, en este rapidísimo repaso, al botánico malagueño Ibn-Baytar (1197-1248) o al agrónomo Ibn al-Awam, a quien debemos un exhaustivo y valioso tratado de agricultura, el "Libro de Agricultura". Todos ellos influyeron grandemente en la Europa contemporánea y en la posterior, y sus textos fueron estudiados, hasta bien entrado el siglo XVII, por hombres de la talla de Miguel Servet, Copérnico, Nicolás Massa o Galileo.

El collar de la paloma 
1. INTRODUCCIÓN Ibn Hazm de Córdoba, cuando la capital del Califato había sido saqueada y medio derruida por los bereberes de África, después de sufrir cautiverio, se retiró a Játiva (Valencia), ciudad floreciente y notable. Allí, probablemente el año 1022, a instancias de un amigo, escribió este tratado. En el prólogo, dirigiéndose a su fiel amigo, comenta: Tu carta me llegó desde la ciudad de Almería a mi casa de la corte de Játiva y me trajo noticias de tu buena salud, que no poco me alegraron. Alabé a Dios Honrado y Poderoso por ella y le pedí que te la conservase y acreciese. Pero no pasó mucho tiempo sin que te viera, pues que viniste a mí en persona desafiando la fatiga de tan gran jornada, la separación de nuestros hogares, la no floja distancia, la longitud del viaje, los riesgos del camino y demás penalidades ... ' y más adelante, continúa diciendo: Me has pedido, Dios te honre, que componga para ti una risiila en la que pinte el amor, sus aspectos, sus causas y accidentes y cuanto en él y por él acaece ... 2 I
Sólo por complacer a su amigo se apresura a tomar la pluma y satisface así su deseo, aunque reconoce que el asunto del amor es poco importante y del todo liviano, pero cree que no está de más permitirse alguna frivolidad. Componer el libro quizá le sirvió de consuelo en el destierro de Játiva, porque la creación literaria suele ser a menudo lenitivo para el corazón lacerado por la amargura y el dolor. Ibn Hazm fue un erudito que redactó escritos filosóficos, jurídicos, históricos, teológicos y una historia crítica de las ideas religiosas. Pero la obra que ha adquirido más renombre es El collar de la paloma. Este estudio realista y elegantemente escrito acerca del amor y las costumbres en los usos amorosos hispano-árabes del siglo XI, constituye un fiel reflejo de su época. En él hay alusiones a sucesos y a personas, y ejemplos; sobre todo, recuerdos, juicios, reflexiones, consejos y las propias experiencias del autor. Asimismo contiene el análisis de diferentes situaciones que el amor suele llevar aparejadas. Emilio García Gómez3 opina que este libro. además de aristocrático por sus personajes y estilo, es arabizante y en él no se muestra ninguna curiosidad por la vida mozárabe, o muladí, o simplemente popular, ni se desliza ninguna palabra romance, aunque sí aparece algún hispanismo. Está escrito en prosa, con bellas poesías intercaladas, y consta de treinta capítulos. En él se nombra con frecuencia a Dios como creador, providencia, honrado y poderoso, bien invocándole, bien pidiéndole perdón. Como en la Biblia, es un Dios eterno que castiga a los malvados y premia a los justos. Existe muy arraigado el concepto de pecado y el autor señala siete pecados mortales. Aparte de la influencia y de las citas bíblicas, existen otras huellas culturales: del mundo griego. Para explicar la naturaleza del amor recurre a las ideas platónicas de «El Banquete». No lo hace directamente sino a través de escritores musulmanes. También hay alusiones a otros autores griegos: Hipócrates y Filemón, por ejemplo. Aunque los aspectos y temas alusivos al amor son ricos y variados, haremos hincapié solamente en los más relevantes.
 2. EL HOMBRE Y LA MUJER MUSULMANES FRENTE AL AMOR
 Opina el autor que la inclinación a la concupiscencia y a la murmuración son iguales en los hombres y en las mujeres, así como la coquetería. Sin embargo, añade que el hombre es superior a la mujer físicamente, por su resistencia. Observa notables diferencias entre los dos sexos, que se deben a la educación de la época. Según él, las mujeres tienen el pensamiento desocupado de todo lo que no sea la unión sexual, porque no se ocupan de otra cosa. Los hombres, en tanto, andan preocupados en ganar dinero, en procurarse la aceptación y el favor del soberano, en estudiar la ciencia, en velar por la familia, en cazar, en luchar en la guerra, en arar la tierra. Todas esas labores no les permiten estar ociosos. El hombre ocupa, pues, los puestos de responsabilidad y tiene la oportunidad de estudiar. En esta sociedad reflejada por Ibn Hazm, la mujer es un objeto de adorno para el recreo y goce del varón. Machismo puro y duro lo llamaríamos ahora. Sobre la creencia común que el dominio de los apetitos carnales se halla sólo en los hombres y no en las mujeres, escribe: ... Tengo dicho, y no me vuelvo de ello, que hombres y mujeres son iguales en punto a su inclinación por entrambos pecados de maledicencia y concupiscencia. No hay hombre a quien requiera de amor una mujer hermosa, e insista en hacerlo, sin que haya impedimento, que no caiga en las redes de Satanás y no se vea atraído por el pecado, encandilado por la lujuria y levantado por el deseo, del mismo modo que no hay mujer a quien requiebre un hombre en parecidas circunstancias, que no se dé a él... 4 En cuanto a la coquetería femenina, observa que nunca ha visto a ninguna mujer que, al darse cuenta de que un hombre la mira o la escucha, no haga meneos superfluos, que antes le eran ajenos, o diga palabras de más, que antes no creía precisas. Pero añade que otro tanto les ocurre a los varones cuando se hallan en presencia de mujeres. Los hombres tampoco se libran de las crí- ticas del autor. En El collar de la paloma, la mayor parte de las mujeres que aman son esclavas; las pertenecientes a familias principales se encontraban recluidas en los alcázares y por eso se enamoraban con facilidad de los parientes varones al oír hablar de ellos. El autor opina que en estos casos el amor de las mujeres es más firme que el de los hombres.
Averoes filosofo, medico, teólogo, e,t,c.
Averroes proviene de una familia de estudiosos de derecho. Su abuelo fue cadí principal de Córdoba bajo el régimen de los almorávides y su padre mantuvo el mismo cargo hasta la llegada de la dinastía almohade en 1146. El propio Averroes fue nombrado cadí de Sevilla y sirvió en las cortes de Sevilla, Córdoba y Marruecos durante su carrera.
Colliget
Además de elaborar una enciclopedia médica, escribió comentarios sobre la obra de Aristóteles; de ahí que fue conocido como «El Comentador». En su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y sería, por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del IslamJacob Anatoli tradujo sus obras del árabe al hebreo durante el siglo XIII. Sus escritos influyeron en el pensamiento cristiano de la Edad Media y el Renacimiento.
A finales del siglo XII una ola de fanatismo integrista islámico invadió Al-Ándalus después de la conquista de los almohades, y Averroes fue desterrado y aislado en Lucena y Cabra, cerca de Córdoba, prohibiéndose sus obras. Meses antes de su muerte, sin embargo, fue reivindicado y llamado a la corte en Marruecos. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a través de traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe. Su principal discípulo fue Ibn Tumlus, quien le había sucedido como médico de cámara del quinto califa almohade Al-Nasir.

Filosofía del conocimiento[editar]

Estatua de Averroes en Córdoba.
La noética de Averroes, formulada en su obra conocida como Gran comentario, parte de la distinción aristotélica entre dos intelectos, el nous pathetikós (intelecto receptivo) y el nous poietikós (intelecto agente), que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones míticas y políticas.
Averroes se esforzó en aclarar cómo piensa el ser humano y cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas por parte de seres perecederos.
El filósofo cordobés se distancia de Aristóteles al subrayar la función sensorial de los nervios y al reconocer en el cerebro la localización de algunas facultades intelectivas (imaginaciónmemoria...).
Averroes sitúa el origen de la intelección en la percepción sensible de los objetos individuales y concreta su fin en la universalización, que no existe fuera del alma (el principio de los animales): el proceso consiste en sentir, imaginar y, finalmente, captar el universal.
Ese universal tiene, por lo demás, existencia en cuanto que lo es por aquello que es particular. En cualquier caso, es el intelecto o entendimiento el que proporciona la universalidad a lo que parte de las cosas sensibles.
Así las cosas, en su obra Tahâfut, expone la necesidad de que la ciencia se adecue a la realidad concreta y particular, pues no puede existir conocimiento directo de los universales.
La concepción del intelecto en Averroes es cambiante, pero en su formulación más amplia distingue cuatro tipos de intelecto, es decir, las cuatro fases que atraviesa el entendimiento en la génesis del conocimiento: material (receptivo), habitual (que permite concebirlo todo), agente (causa eficiente y formal de nuestro conocimiento, intrínseco al hombre y que existe en el alma) y adquirido (unión del hombre con el intelecto).
Averroes distingue, además, entre dos sujetos del conocimiento (más propiamente: los sujetos de los inteligibles en acto): el sujeto mediante el cual esos inteligibles son verdaderos (las formas que son imágenes verdaderas) y el sujeto mediante el que los inteligibles son un ente en el mundo (intelecto material). Consecuentemente, el sujeto de la sensación (por el cual es verdadera) existe fuera del alma y el sujeto del intelecto (por el cual este es verdadero), dentro.

Trascendencia[editar]

Averroes en el fresco La escuela de Atenas de Rafael
A pesar de la condena de 219 tesis averroístas por parte del obispo parisino Étienne Tempier en 1277 a causa de su incompatibilidad con la doctrina católica, muchas de éstas sobrevivieron en la literatura posterior de mano de autores como Giordano Bruno o Giovanni Pico della Mirandola. Así, encontramos en estos autores una defensa de la superioridad de la vida contemplativa-teórica frente a la vida práctica (en línea con lo defendido por Aristóteles en su Ética Nicomáquea, X o en y una reivindicación del carácter instrumental-político de la religión como una doctrina destinada al gobierno de las masas incapaces de darse una ley a sí mismas por medio de la razón. La ley religiosa, había dicho Averroes en su Tahafut al-tahafut (تهافت التهافت), proporciona la misma verdad que el filósofo alcanza indagando en la causa y la naturaleza de las cosas; sin embargo, ello no implica que la filosofía actúe en modo alguno en los hombres cultos como sustituto de la religión: «los filósofos creen que las religiones son construcciones necesarias para la civilización (...)». La existencia de la religión es también necesaria para la integración del filósofo en la sociedad civil.
Otras tesis que encontramos en Averroes son:
  • Que el mundo es eterno
  • Que el alma está dividida en dos partes, una individual perecedera (intelecto pasivo) y otra divina y eterna (intelecto activo).
  • El intelecto activo es común a todos los hombres.
  • El intelecto activo se convierte en intelecto pasivo cuando se halla unido al alma humana. Cuando la facultad imaginativa del hombre recibe las imágenes que le proporciona la actividad de los sentidos, las transmite al intelecto pasivo. Las formas, que existen en potencia en tales imágenes, son actualizadas por el intelecto activo, convirtiéndose en conceptos y juicios. Por lo que fue combatido po teólogos cristianos.1
A fin de salvar la incompatibilidad de las tesis averroístas con la doctrina cristiana, Siger de Brabant propuso la doctrina de la doble verdad, según la cual hay una verdad religiosa y una verdad filosófica y científica. Esta doctrina sería adoptada por la mayoría de defensores europeos del averroísmo.

Obras principales[editar]

  • Tahafut al-tahafut (تهافت التهافت, Refutación de la refutación o La destrucción de la destrucciónDestructio destructionis en latín)
  • Kitab fasl al-maqal (Sobre la armonía entre Religión y Filosofía)
  • Bidayat al-Mujtahid (Distinguido jurista)
  • Los comentarios al «Corpus aristotelicum», que comprenden:
    • Los comentarios menores (Yawami) a la Isagoge de Porfirio, al Organon, Retórica, Poética, Física, De Coelo et Mundo, De generatione et corruptione, Meteorológicos, De Anima, Metafísica, De partibus animalium, De generatione animalium y Parva Naturalia, de Aristóteles.
    • Comentarios medios (Taljisat) a la Isagoge de Porfirio. el Organon, Retórica, Poética, Física, De Coelo et Mundo, De generatione et corruptione, Meteorológicos, De Anima, Metafísica y Ética nicomaquea, de Aristóteles.
    • Comentarios mayores (Tafasir) a los Segundos Analíticos, Física, De Coelo et Mundo, de Anima y Metafísica de Aristóteles.

Resumen del Kitab fasl al-maqal[editar]

Tratado decisivo que determina la naturaleza de la relación entre Religión y Filosofía
  • La Ley obliga a hacer estudios de Filosofía
    • Si los estudios teológicos del mundo son filosóficos, y la Ley obliga a realizar dichos estudios, entonces, la Ley obliga a hacer filosofía.
    • La Ley obliga a realizar estos estudios.
    • Estos estudios deben realizarse de la mejor manera, a través del razonamiento demostrativo.
    • Para dominar este instrumento, el pensador religioso debe llevar a cabo un estudio preliminar de lógica, de la misma manera que un abogado tiene que estudiar razonamiento legal. Esto no es más herético en un caso que en el otro. Y la lógica tiene que ser aprendida de los maestros de la antigüedad, independientemente del hecho de que no sean musulmanes.
    • Después de la lógica debemos proceder a filosofar correctamente. También acá debemos aprender de nuestros predecesores, igual que en matemáticas y en leyes. Por lo tanto está mal prohibir el estudio de lo filosofía antigua. El peligro que pueda presentar es accidental, tal como el peligro de tomar medicina, tomar agua o estudiar leyes.
    • Para cada hombre la Ley ha previsto un camino hacia la verdad de acuerdo a su naturaleza, a través de métodos demostrativos, dialécticos o retóricos.
  • La Filosofía no contiene nada que se oponga al Islam
    • La verdad demostrativa y la verdad de las escrituras no pueden estar en conflicto.
    • Si el aparente significado de las Escrituras está en conflicto con las conclusiones de la demostración, entonces deben ser interpretadas alegóricamente, es decir, metafóricamente.
    • Con respecto a estas cuestiones tan difíciles, el error cometido por un juez calificado en la materia es perdonado por Dios, mientras que el error por parte de una persona no entendida en la materia no es perdonado.
  • Las interpretaciones filosóficas de las Escrituras no deberían ser enseñadas a las mayorías. La Ley provee otros métodos para enseñarles.
    • El propósito de las Escrituras es enseñar las ciencias teóricas y prácticas y la práctica y las actitudes correctas.
    • Cuando se usan símbolos, cada tipo de personas, demostrativas, dialécticas o retóricas deben tratar de entender el sentido interior simbolizado o el restarle al contenido con el aparente sentido, de acuerdo a sus capacidades.
    • Explicarle el sentido interno a personas que no están capacitadas para entender, es destruir su fe en el sentido aparente sin reemplazarlo por otra cosa. El resultado es descreencia en alumnos y profesores. Es mejor para el estudioso profesar la ignorancia, citando el Corán sobre los límites del entendimiento humano.
    • Los métodos apropiados para enseñar a la gente están indicados en el Corán, como sabían los primeros musulmanes. Las partes populares del Libro son maravillosas en responder a las necesidades de todo tipo de mentes.


Alhambra
El legado musulmán en España esta muy presente en Andalucía gracias a la ocupación musulmán delterritorio llamado al-Andalus, iniciado con la invasión de la península en el año 711 y finalmente vencido por los reinos cristianos con la caída del reino de Granada en el año 1492. Los ocho siglos de ocupación musulmán ha dejado numerosas huellas artísticas y arquitectónicas por toda España, los monumentos más destacados están situados en Andalucía con la mezquita de Córdoba y el palacio- residencia de Alhambra y Generalife de Granada
Mosaico estrella Mosaico ventana Mosaico escritura
- El arte y la decoración-
El arte musulmán es en parte heredado, recoge elementos del  arte griego, romano y paleocristiano. Pero al mismo tiempo desarrolla una nueva expresión artística sobre todo visible en la decoración de objetos y monumentos. En realidad el monumento islámico se caracteriza más por su decoración que por su estructura. No obstante, todas las manifestaciones estéticas van revestidas de decoración cualquiera sea el material, el tamaño o la técnica empleada. Cuatro son los elementos básicos: la caligrafía, los motivos vegetales, los geométricos y los figurativos. Forman una decoración profusa, caracteriza por el horror vacui – miedo al espacio vació (Fuente: Elena Sarnago Notivolo, La Decoración en el arte Islámico, portal: clio.rediris.es).
Mosaico de Granada
Imagen: Detalle de mosaico geométrico de Granada.
La geometría es muy importante en el Islam. A través de ella se representa la indivisibilidad de Dios. La forma perfecta es el círculo. Se utiliza como patrón que permite crear otros motivos. El diseño es sencillo, se aplican los principios de repetición simétrica, multiplicación o subdivisión. Se trata de un arte más intelectual que emocional, de base matemática. Se utilizan ramas mixtilíneas entrecruzadas formando rombos, cintas trenzadas, meandros, dibujos en zigzag, ajedrezados y lazos formando estrellas  (Fuente: Elena Sarnago Notivolo, La Decoración en el arte Islámico, portal: clio.rediris.es).
 Detalle de Alhambra
Imagen: Detalle arquitectónico de Granada.
Los patrones decorativos se obtienen repitiendo elementos simples entrelazados o superpuestos. Unido al gusto por la simetría, se consigue un efecto dinámico y armonioso. El detalle no prevalece sobre el conjunto. No hay tensión entre motivos, sólo equilibrio. La reiteración infinita de los temas es una metáfora de la eternidad que llena todo y una forma de plasmar la mutabilidad del universo (Fuente: Elena Sarnago Notivolo, La Decoración en el arte Islámico, portal: clio.rediris.es).
Frente a lo que comúnmente se cree, el Islam no prohíbe la representación de figuras humanas y animales, excepto en recintos sagrados, como la mezquita. Por ejemplo los palacios se cubren con magníficas escenas de caza enmosaicos y frescos: las salas de baños ostentan escenas eróticas y placenteras, como el de Qusayr Amra, o los mosaicos de caza y escenas simbólicas que se conservan en el palacio de Al-Mafiar (Fuente: Arte Árabe, portal: www.artehistoria.com).
- La Arquitectura -
la mezquita  
La tipología arquitectónica más representativa era la mezquita, los materiales preferidos eran el ladrillo árabe, el mármol, el yeso para las decoraciones (Fuente: Arte Árabe, portal: www.artehistoria.com). El origen de las mezquitas fue, al parecer, la casa del propio profeta Mohammed (Muhammad
), que presentaba un sector techado y otro a cielo descubierto. Este simple esquema fue gradualmente evolucionando, hasta convertirse en un templo perfectamente funcional y adecuado para la celebración de la oración de la comunidad (Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es).
Casi todas las mezquitas presentan una orientación hacia la qibla, la dirección hacia la Meca, en cuyo muro existe un mihrab, lugar donde el imam (el cura) dirige la oración. También están dotadas de un alminar desde el que el almuédano convoca a la oración cinco veces al día. Otro elemento característico es el patio, o shan, en el cual se encuentra la fuente de abluciones. El sector cubierto de la mezquita, llamado haram, suele configurarse como una gran sala hipóstila, con naves perpendiculares orientadas a la qibla. Las naves extremas se prolongan en ocasiones rodeando el patio. Entre las mayores mezquitas que existieron en al-Andalus sobresale la de Córdoba, y entre las más humildes, la de Almonaster la Real (Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es).
Mezquita de Cordoba
Imagen: Arcos de la mezquita de Córdoba.
La actual mezquita de Córdoba impresiona el visitante con casi medio millar de columnas y arcos superpuestosobras parciales de su creador, Abderramán I, de Abderramán II, de Alhaken II y del mismo Almanzor, del año 987. Está considerada como el monumento supremo del arte califal, y el fantástico bosque de columnas y arquerías de su interior como uno de los espacios más bellos que se han construido en una casa de oración. Curiosamente el mihrab de esta mezquita no esta orientado hacia la Meca (Fuente: Mezquita de Córdoba, portal: www.cyberspain.com).
la medersa
Otro de los edificios más característicos del mundo musulmán son las medersas, o madrazas, destinadas a la enseñanza de las ciencias religiosas y la jurisprudencia. Están estructuradas en torno a un patio al que se abrían cuatro grandes salas o iwanes, y sobre el que daban las habitaciones de los estudiantes. Aún se conserva un sector de la madraza de Granada, pero las más espectaculares son las madrazas meriníes de Fez, en especial la Bu Inania (Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es).
la fortificación
En el terreno de la arquitectura militar, cabe mencionar la fortificación de las ciudades mediante murallas que presentan torres defensivas a tramos regulares. Suelen estar precedidas por una barbacana, y cuentan con un parapeto almenado. Las puertas de acceso se estructuran a veces en recodo. De gran interés son las murallas de Niebla y las de Sevilla. Las alcazabas son también construcciones típicamente defensivas que, en ciertas ocasiones, albergan en su recinto auténticas ciudades residenciales, como es el caso de la de Málaga y la de Almería (Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es).
el jardín
Patio Arrayanes de AlhambraUna parte importante del legado musulmán que no siempre está a la descubierta y es tan evidente es la construcción del jardín y sus fuentes donde experimentaron técnicas agrícolas y realizaron grandes avances en botánica e irrigación (Fuente: Merche S. Calle, Plantas de las tierras de al-Andalus, portal: www.ideal.es)El agua es un complemento básico de la arquitectura islámica. A su valor ritual y simbólico se une su función refrescante. La luz sirve tanto para modificar los elementos decorativos como para crear otras formas ornamentales. Ambos incrementan el dinamismo de la decoración y aumentan el impacto visual de los monumentos  (Fuente: Elena Sarnago Notivolo, La Decoración en el arte Islámico, portal: clio.rediris.es)
Imagen: Fuente del Patio de Arrayanes, Alhambra, Granada.
Alcazaba de Malaga
Imagen: Alcazaba de Málaga.
Las alcazabas de Málaga y Almería, están situados en posiciones elevadas con vistas interiores a jardines donde el agua es el centro conceptual. Acequias, albercas y fuentes representan los métodos de adquisición y almacenamiento de agua dentro de las redes de riego. Tras la conquista de Málaga, Washinton Irving describe unos "bellos jardines colgantes, bosquecillos de naranjos, limoneros, y granados, elevados cedros y altivas palmeras, mezclábanse con las firmes y almenadas murallas y torres, que permitían adivinar la opulencia y el lujo que reinaban dentro." (Fuente:Merche S. Calle, Plantas de las tierras de al-Andalus, portal: www.ideal.es).
En la Alhambra y Generalife, la puesta en escena entre agua y vegetación es una manipulación de todos los sentidos, la mirada se ve arrastrada más allá de los muros del recinto, en un espectáculo armonioso entre arquitectura y naturaleza. El sonido del agua es invitador y refrescante y se entrelaza con los aromas de las flores y árboles. El conjunto es menos cerrado que los tradicionales jardines islámicos y está en constante evolución. La construcción en puntos elevados y la tradición de jardín-huerto, con el agua como centro, se extendió por todo al-Andalus (Fuente: Merche S. Calle, Plantas de las tierras de al-Andalus, portal: www.ideal.es). Ver nuestra galería de fotos de Alhambra y Generalife.
la cuidad residencial
Medina Azahra
Imagen: Jardines y Salón Rico de Madinat al-Zahraes (Medina Azahara)
La residencia del califa Abderramán III, el legado arquitectónico de Madinat al-Zahraes es el único que aún pervive las diversas residencias suntuosas de los Omeyas cordobeses. Como muchas otras residencias del mundo islámico, los arquitectos de Medina Azahara sacaron provecho de la topografía y, en esta ocasión, se optó por asentar la ciudad en las últimas estribaciones de Sierra Morena, a cinco kilómetros de Córdoba. Ceñida por un recinto rectangular y amurallado, la ciudad se desarrolla en tres terrazas, delimitadas por muros y acondicionadas a la orografía marcada por los últimos espolones de Sierra Morena. Unas calles abovedadas y con muros enlucidos, cuya pendiente estaba ralentizada por tramos de escaleras, interconectaban la ciudad. (Fuente: Córdoba Omeya, portal: cordoba.abc.es)
el baño
Bañuelo de GranadaOtra de las características de la arquitectura hispano-musulmana es la gran profusión de baños o hammam, esenciales para la limpieza tanto corporal como espiritual. Derivados de las termas romanas, están compuestas por varias estancias en las que la temperatura varía dese muy frió a extremadamente caliente, con la ayuda de calderas subterráneas. Ronda y Jaén disponen de magníficos ejemplos(Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es).
Imagen: Bañuelo árabe de Granada.
la alcaicería y la alhóndiga
Corral del carbon de GranadaNo habría que dejar de mencionar las alcaicerías, o qisarias, recintos herméticos en el interior del zoco en el que se venden las mercancías más preciadas. Un ejemplo es la Alcaicería reconstruida en Granada. Las alhóndigas, o funduq, se destinaban, en cambio, a almacenar productos y para alojamiento de mercaderes (Fuente: El legado Andalusi, portal: www.legadoandalusi.es). El llamadoCorral del Carbón de Granada es un alhóndiga que sirvió justamente como un albergue para comerciantes árabes y es el único ejemplo de su tipo que se ha conservado en un estado completo en España. (Fuente: Corral del Carbón portal: www.anikkaweb.iespana.es)
Imagen: Entrada al Corral del Carbón de Granada.