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ORIGEN DEL ALARDE DE IRÚN
Historia del Alarde de Irun
El desfile de armas que se celebra en Irun cada 30 de junio, día de San Marcial, fiesta de la ciudad, es la conmemoración de la victoria de las tropas irunesas sobre las francesas durante la madrugada del 30 de junio de 1522. La batalla, que tuvo lugar en la Peña de Aldabe de Irun, formó parte de una serie de ofensivas francesas cuyo objetivo era controlar la zona fronteriza del Bidasoa.
Francia intentaba recuperar el Reino de Navarra conquistado por Fernando I y anexionado a la Corona de Castilla. El rey francés, Francisco I, no estaba dispuesto a renunciar al control que hasta entonces mantenía en Navarra, con este objetivo, las tropas francesas, tras una serie de incursiones fallidas decidieron cercar el antiguo reino, tomando las fortalezas de las tropas leales a Castilla. Las incursiones comenzaron en octubre de 1521, pero no fue hasta el 28 de junio de 1522 cuando un ejército de 4.500 mercenarios (labortanos y alemanes) cruzaron el río Bidasoa y tomaron posiciones en el monte que hasta entonces se conocía como la Peña de Aldabe, recibiendo este nombre por un caserío existente en el lugar. Al día siguiente, 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, el contingente alemán se apoderó de la fortaleza de Gazteluzar. Frente a esta agresión, los capitanes iruneses, Juan Pérez de Azcue y Miguel de Ambulodi, al mando de las tropas, convocaron a todos los varones elegibles para la guerra, tan sólo 400 hombres.
Por otro lado, el papel de las mujeres y los niños iruneses fue fundamental. El clérigo de RenterÍa, Mosén Pedro de Hirizar, vecino de la citada villa y que tenía el oficio de “tenedor de bastimientos”, compró y distribuyó más de cuatrocientas “hachas de palo” entre las mujeres y los mozos de la ciudad con el objetivo de que caminaran, en silencio y con las hachas ardiendo, durante una legua, desde lo alto del entonces Camino Real, que dividía los caminos de Oiartzun y RenterÍa, hasta la plaza de Irun, haciendo creer al enemigo que los soldados iruneses estaban reunidos en la zona de Irun y no avanzando hacía la Peña de Aldabe.
Mientras mujeres y niños caminaban por el Camino Real, las tropas irunesas, con la ayuda del Capitán General de Gipuzkoa, Beltrán de la Cueva, que acudió a la batalla con parte de su infantería, 1.500 hombres, y 150 caballos, avanzaban lenta y sigilosamente por el lado opuesto, sorprendiendo primero a las fuerzas labortanas que dormían en el monte y luego a las alemanas en Gazteluzar. Los soldados alemanes supervivientes corrieron al encuentro de los labortanos, ignorando lo ocurrido en la Peña de Aldabe, y fueron a su vez abatidos.
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