La muerte en el arte
7 septiembre, 2017
Al ser algo tan natural, la muerte aparece en el arte desde tiempos muy antiguos y tiene formas muy diversas. En esa gran variedad de representaciones –algunas de ellas simbólicas– encontramos obras que retoman un sentido trágico o lúgubre, mientras que otras le dotadan de gran belleza.
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Podríamos decir entonces que, si el arte es una especie de recordatorio de lo efímero, una materialización de la mitología o la evidencia de catástrofes y epidemias del antiguo mundo, también pudo ser un espejo “moral” que recuerda que los goces mundanos de la vida no tienen tanta importancia como muchos piensan.
Ejemplo de lo anterior fueron las danzas de la muerte de la Edad Media o las vánitas de la época barroca.
La muerte no es algo abstracto
En el arte muchas veces la muerte es personificada, ya sea en las conocidas parcas –propias de la mitología romana– o con seres alados y ángeles (que en la cultura japonesa corresponden a los Shinigamis (dioses de la muerte).
Cráneos, relojes, frutas viejas, flores, burbujas de jabón e incluso algunos animales también fueron símbolos de mortalidad.
Aunque se trate de un tema fuerte, este tipo de alegorías son mucho menos violentas.
Un arte más directo
Algunos artistas prefirieron mostrar la crudeza de la muerte pintando o esculpiendo cuerpos sin vida, ya se para enseñar los avances en la medicina, mostrando la crudeza de las guerras o, simplemente, como una prueba más concreta.
Como pueden apreciar, han sido muchas las formas que ha adoptado la muerte en el arte a lo largo de la historia. En la antigüedad estaba íntimamente relacionada con la religión así como a los sucesos históricos. Hoy en día para algunos artistas su representación implica un carácter personal, íntimo e incluso con trasfondos activistas.
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