lunes, 20 de abril de 2015

Hoy he salido al amanecer. Me dirijo a un Bosque al que suelo ir de vez en cuando. Llevo en mi mano un pliego escrito que leeré una vez llegue alBosque de los Indios Americanos.
Acabo de llegar. Todo es paz y serenidad. La tranquilidad que se respira se ha asentado en mi espíritu. Sigo caminando. Estoy entrando en la Pradera de las Hojas y Flores. Lugar Sagrado.
Una vez ahí, me siento en la hierba y leo lo que tengo escrito. Es mi homenaje a la Madre Naturaleza.
¡OH,MADRE NATURALEZA!

¡Oh, Madre Naturaleza!
Enséñame a esperar
desde la quietud,
como las Montañas.

¡Oh, Madre Naturaleza!
Enséñame a hablar
desde las olas,
como el Mar.

¡Oh, Madre Naturaleza!
Enséñame a confiar
desde la plenitud,
como los Árboles.

¡Oh! Madre Naturaleza!
Enséñame a vivir
desde la certeza
que soy parte de ti.


Una suave brisa me envuelve. Las hojas de los Árboles se mueven cadenciosamente a mi paso. Las saludo mandándoles besos. Voy camino de regreso a casa. Y mientras pienso que, afortunademente, se pasea cada vez más por el Bosque.


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