miércoles, 3 de junio de 2015

El conflicto entre don Juan José de Austria y Nithard: La caída del valido[editar]

Retrato de Juan José de Austria, anónimo madrileño del siglo XVII.
Entre 1665 y 1668, Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV y, por tanto, hermanastro de Carlos II, luchó denodadamente por conseguir un puesto de relevancia en la Corte, visiblemente desgastado por sus continuadas campañas militares en ItaliaCataluñaFlandes y Portugal.
Cuando murió Felipe IV, en septiembre de 1665, don Juan tenía 36 años, mientras que su hermanastro, Carlos II, tan solo 4. En su testamento7 el Rey dejó dispuesto lo siguiente (cláusula 37):
Por cuanto tengo declarado por mi hijo a don Juan José de Austria, que le hube siendo casado, y le reconozco por tal, ruego y encargo a mi sucesor y a la Reina, mi muy cara y amada mujer, le amparen y favorezcan y se sirvan de él como de cosa mía, procurando acomodarle de hacienda, de manera que pueda vivir conforme a su calidad, si no se la hubiero dado yo antes de mi muerte.
No obstante, don Juan quedó excluido de todo puesto político de relevancia, sea en la Junta de Regencia que en el Consejo de Estado, lo que provocó en él un gran estado de postración, como así indicaba por escrito a la Reina:
[...] que no se dirá contra lo más sagrado de mi intención si viesen que Su Majestad me cerraba la puerta que Su Majestad que Dios haya [Felipe IV] me abrió para concurrir en los bancos de un Consejo, que es la puerta del toque de la confianza, y el aprecio de los más relevantes vasallos, ¿acaso lo he desmerecido después acá con mi proceder, o se ha visto sombra o asomo que pueda oscurecerlo? No señora, ni esto ha sido, ni puede Vuestra Majestad permitir que me haga un disfavor de este tamaño.8
A todo esto se unió su malestar, como el de otros muchos grandes y nobles, por el fulgurante ascenso del jesuita Nithard.
En el terreno político Nithard había cosechado continuos fracasos, tanto en el interior como en el exterior (valga recordar el malestar por la firma del Tratado de Lisboa que reconocía oficialmente la independencia dePortugal). Se ganó además muchas antipatías por haber aconsejado la prohibición de las representaciones teatrales.
Por otra parte, las exigencias de dinero para hacer frente a los múltiples problemas planteados, ponían de relieve la incapacidad del confesor de poner en marcha una política económica eficiente. Además, sus proyectos conducentes al establecimiento de una contribución única y a rebajar los impuestos del consumo, no fueron aceptados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario