La sociedad andalusí fue muy compleja. Desde un punto de vista muy simplista y meramente religioso, podemos hablar de musulmanes, judíos y cristianos, sin embargo, su estructura era multicultural y multirracial, además de multiconfesional: la composición de cada uno de estos grupos, especialmente de los primeros, es multiple:
Los musulmanes estaban integrados por numerosas etnias y procedencias:
- El grupo más poderoso era el de los árabes que, pese a ser minoritario, detentó el poder sobre todo cuando Al-Andalus permaneció unida y eran los grandes propietarios de las tierras.
- Los bereberes, que conformaban el grueso del ejército, eran muy numerosos y sus descendientes se dedicaron a la artesanía, el comercio o la agricultura.
- Los muladíes fueron originariamente cristianos, (bien hispanorromanos, bien hispanovisigodos) que se convirtieron al Islam, conservando así sus propiedades; de esta forma hubo muladíes poderosos y otros pertenecientes a las clases bajas (la mayoría), que mantuvieron sus ocupaciones agrícolas.
- Todavía habrá que considerar otro grupo, los eslavos, que eran esclavos de raza blanca, procedentes de Europa que habían sido incorporados al ejército y, tras abrazar el Islam, liberados.
Los cristianos que no se convirtieron al Islam constituían otra clase social: los mozárabes, que pudieron conservar su religión y sus propiedades. Así podemos encontrar nobles cristianos tributarios de los andalusíes.
Lo mismo ocurría con los judíos, agrupados en barrios llamados juderías, dedicados al comercio, la artesanía o las finanzas.
Finalmente estaban los esclavos, cuyo comercio se desarrolló en el mundo musulmán.
La segunda imagen corresponde a la calle de la judería de Calatayud con una fortificación musulmana y la torre de Santa María, probablemente edificada sobre la mezquita mayor
Texto de un tratado
Texto del pacto de Teodomiro y 'Abdul 'Aziz lbn Musa Ibn Nusair, citado por el historiador hispano-musulmán lbn Idhari (que vivió hacia 1.270), en su obra "Al Baian al Mugrib", traducida por el profesor Felipe Maíllo Salgado, bajo el título: "La caída del califato de Córdoba y los reyes de taifas", Salamanca, 1.993:
En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso.
Edicto de `Abdul 'Aziz Ibn Musa Ibn Nusair a Tudmir Ibn Abdush (esto es, Teodomiro, hijo de los godos). Este último obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su Profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Villena, Lorca y Ello. Además, no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros y sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los sirvientes, sólo una medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira (713 d. C.).
En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso.
Edicto de `Abdul 'Aziz Ibn Musa Ibn Nusair a Tudmir Ibn Abdush (esto es, Teodomiro, hijo de los godos). Este último obtiene la paz y recibe la promesa, bajo la garantía de Dios y su Profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeídas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Villena, Lorca y Ello. Además, no debe dar asilo a nadie que huya de nosotros y sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los sirvientes, sólo una medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira (713 d. C.).
Economía
Agricultura
De todos modos era también de vital importancia la agricultura. A ello contribuían las condiciones climáticas de al-Anda-lus, lo que explica, según lo señaló el cronista al-Razi, que se recogieran frutos durante todo el año. De cualquier forma las zonas más fértiles se localizaban en los valles fluviales, en particular en el del Guadalquivir. No hay que olvidar, por otra parte, que la mayor parte de la población de al-Andalus (quizá un 75 por 100) se dedicaba a tareas agrícolas. Ciertamente, los principales cultivos de la España musulmana eran los cereales (en particular, el trigo y la cebada, pero también el centeno, el mijo o la avena), la vid (pese a la prohibición coránica del consumo del vino) y el olivo, es decir, los tradicionales de épocas anteriores. No es menos cierto que, en el terreno de los métodos y de los instrumentos de cultivo, seguía en pie la herencia romana, visible en la yunta de bueyes y la rotación bienal. Pero los árabes introdujeron importantes novedades, impulsando notablemente el regadío, sobre todo a base de la noria. Al mismo tiempo conoció una gran expansión la arboricultura, lo que explica el uso de la expresión «revolución verde» que se ha atribuido a al-Andalus. Pero quizá una de las novedades más significativas fue el desarrollo de cultivos como el arroz, los agrios, la caña de azúcar, la palmera, el algodón, la berenjena o el azafrán. Es preciso señalar, asimismo, el auge alcanzado por las plantas aromáticas y medicinales, así como la proliferación de las huertas y los vergeles. También adquirió gran importancia en al-Andalus la sericultura.
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