IMPERIO ROMANO iñaki salvador
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CLASES SOCIALES ROMANAS
RELIGION
LA RELIGIÓN ROMANA
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La religión romana era bastante compleja; es una religión con un gran sentido utilitario al servicio de los individuos y del estado. A diferencia de las grandes religiones que conocemos en la cultura occidental –judaísmo, cristianismo e islamismo-, la religión romana ni es monoteísta –“de un solo dios”- ni tiene un libro que rija sus preceptos religiosos, creencias, fe, o recoja sus mitos y dogmas –como ocurre con la Torah entre los judíos, la Biblia entre los cristinos o el Corán con los islámicos-. Además, carente de moral, la religión romana realizaba de manera general sus ritos y sacrificios con el objetivo de obtener un beneficio de los dioses, y este carácter funcional favoreció la adopción de nuevas divinidades procedentes de otros territorios.
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Templo romano: el Panteón, dedicado a todos los dioses, construido en época de Augusto por Agripa y restaurado en época de Adriano. (Foto: Roberto Lérida Lafarga 27/12/2004)
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El politeísmo de los romanos era en cierto modo exagerado; divinidades protectoras para cada una de sus actividades e incluso para sus objetos más importantes; se ha llegado a calcular que eran considerados divinos unos 30.000 entes, muchos de ellos meras personificaciones de trabajos u otros aspectos de la vida romana. Por ejemplo, Jano era el dios de los portales, Silvano el dios de los bosques y Fauno el de lo silvestre; divinidades agrícolas eran Consus –“almacenamiento”-, Pales –“diosa de las manadas y rebaños- o Robigo –“tizón”-; y así hasta perder la cuenta.
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Cabeza de Fauno. Museo Arqueológico de Tarazona.
(Foto: Roberto Lérida Lafarga 21/03/2008)
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Todas estas divinidades tenían lo que lo romanos denominaban numen –“poder divino”-, si bien muchas de ellas no se consideraban personalidades individuales; de hecho, casi nunca fueron representadas con una figura o forma concreta. Los romanos debían atraerse las voluntades divinas –voluntates o numina- en alguna circunstancia concreta de su vida; por ello, celebraban ceremonias complejas y minuciosas, que con frecuencia no implicaban a sus divinidades, ni explicaban su origen ni historia ni su culto, sino que más bien eran meras ceremonias, sacrificios y ritos, de los que, al mismo tiempo, su calendario estaba lleno. Así, los sacerdotes redactaban largas listas –indigitamenta- con los nombres de estos numina para no olvidar ninguna invocación, rito o ceremonia dedicados a cada uno de ellos. En este sentido hay que decir que los romanos poseían varios tipos de sacerdocios, adivinadores del futuro, etc. que velaban por el cuidado y mantenimiento de los templos, por la celebración de ritos y sacrificios, por el cumplimiento de preceptos religiosos, etc.
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Templo romano en Nîmes -antigua Nemausus-, en Francia, conocido como la Maison Carrée -"Casa Cuadrada"-. (Foto: Roberto Lérida Lafarga 14/08/2007)
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Por otro lado, hay estudiosos que plantean que los romanos, a diferencia de los griegos, no tuvieron una mitología, o se perdió, si es que alguna vez la tuvieron, es decir, no existe una colección de mitos en los que los dioses participaran en aventuras, en relaciones familiares, amorosas, personales, etc., y no hay tampoco vinculación de éstos con los hombres. Por ello no explican el universo y no ofrecen narraciones con aventuras de sus dioses que sirvan como explicación de aspectos naturales; así pues, por su falta de mitología, tampoco tienen cosmogonías –“origen del universo”-, ni teologías –“origen de los dioses”-.
Además, los romanos siempre fueron muy supersticiosos y, entre otras razones, ello hizo que fueran muy receptivos a nuevas religiones y cultos, por lo que fue una religión en constante evolución y crecimiento.
Sobre el origen de los cultos, de las divinidades y de los sacerdocios en Roma sólo tenemos algunos indicios, pero lo que sí es claro es que en el período de la Monarquía, 753-509 a. C., la religión romana quedó a grandes rasgos completamente definida, estructurada y consolidada.
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Estatua de la Loba Capitolina amamantando a los gemelos Rómulo y Remo, leyenda a mitad de camino entre el mito y la historia. Museos Capitolinos de
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