Antes de la Edad Media, los baños públicos eran muy comunes, el público en general regularmente tomaba su tiempo para bañarse de una forma u otra. Incluso durante los siglos IV y V, las autoridades cristianas permitian que la gente se bañase por limpieza y salud, en la mayoría de los casos en baños públicos mixtos, donde no era extraño que mujeres y hombres se entregaran a los actos carnales…
baño edad mediaSin embargo, con el tiempo, más y más restricciones aparecieron. A los cristianos se les prohibió bañarse desnudos y, en general, la iglesia comenzó a no aprobar la costumbre “excesiva” de bañarse. Esto culminó en que las autoridades de la iglesia medieval proclamaron que el baño público llevaba a la inmoralidad, la promiscuidad sexual y las enfermedades.
Se creía en muchas partes de Europa que el agua podría llevar la enfermedad a nuestros cuerpos a través de los poros de la piel. De acuerdo con un tratado de medicina del siglo XVI“… los baños con agua caliente debilitan el organismo y abren los poros. Es por eso que pueden ser peligrosos y causar diferentes enfermedades, incluso la muerte”. No fueron sólo las enfermedades de la propia agua por las que estaban preocupados. También consideraban que, al abrise los poros después de un baño, esto daba lugar a infecciones porque el aire contaminado tenía un acceso más fácil al cuerpo. Por lo tanto, el baño se relacionó con la propagación de enfermedades, amén de ser considerado inmoral.
Arquimedes aguaPara la mayoría de los ciudadanos de clase baja, especialmente los hombres, esto dio lugar a la renuncia por completo del hábito de bañarse. Durante este tiempo, la gente tendía a restringir su higiene a simplemente lavarse las manos, partes de la cara, y enjuagarse la boca. Lavarse toda la cara era peligroso, ya que se creía que causaba el catarro y debilitaba la vista, así que no eran muy prolijos en ello.
Los miembros de las clases altas, por el contrario, en lugar de renunciar por completo al baño, tendieron a reducir sus hábitos de aseo de cuerpo completo a alrededor de un par de veces al año, logrando un equilibrio entre el riesgo de adquirir una enfermedad y el hedor que iban levantando a su paso…
Como señaló un embajador de Rusia en Francia: “Su Majestad [Luis XIV] apestaba como un animal salvaje.” Los rusos no eran tan meticulosos sobre el baño y tendían a bañarse con bastante regularidad, en términos relativos, en general, al menos una vez al mes. Debido a esto, fueron considerados pervertidos por muchos europeos. El hedor del rey Luis XIV provenía del hecho de que sus médicos le recomendaron que se bañara con la menor frecuencia posible para mantener una buena salud. Debido a esto, se dice que sólo se bañó unas pocas veces en su vida. Otra monarca de laxas costumbres higiénicas era la reina Isabel I de España, que una vez confesó que se había bañado sólo dos veces en su vida: cuando nació, y cuando se casó… ¿lo podemos creer? ciertamente creo que es discutible, porque el propio Fray Hernando de Talavera le solía reprochar el excesivo cuidado que dispensaba a su cuerpo, e incluso se sentía compungida cuando su hija (Juana la Loca) no se cambiaba de ropa interior.
el baño en la antiguedadPara evitar los malos olores, muchos aristócratas reemplazaron los baños frotándose el cuerpo con trapos perfumados y con un uso intensivo de perfumes para enmascarar su hedor. Los hombres usaban pequeñas bolsas con hierbas aromáticas entre la camisa y el chaleco, mientras que las mujeres utilizan polvos fragantes.
Sorprendentemente, esta completa falta de higiene personal en la mayor parte de Europa se demoró hasta alrededor de la mitad del siglo XIX.
Si el hecho de que la mayor parte de la población oliera a rancio no fuera suficiente, durante los tiempos medievales en Europa, las calles de las ciudades tendían a estar cubiertas de heces y orina, “gracias” a que la gente lanzaba el contenido de sus orinales en las calles.
Como señaló un noble del siglo XVI :”Las calles parecen un flujo fétido de agua turbia”. También señaló que tenía que mantener un pañuelo perfumado bajo la nariz para evitar el vómito cuando caminaba por las calles. Si esto no fuera suficiente, los carniceros sacrificaban a los animales en las calles y dejaban lo sobrante y la sangre en el suelo. Hay que imaginar como se podía “pasear” por aquellas calles en los días bañadas por el sol del verano…
Imágenes: Flickr, Wikimedia Commons